ContinuaciĆ³n:
Cuando las tres noches fueron liquidadas, ellos se prepararon para el combate. Illugi el Negro siguiĆ³ a su hijo a la isla con una numerosa corte. Hrafn y su padre fueron acompaƱados por el «hombre de la ley» Skapti. Y habiendo Gunnlaug puesto el pie en la isla, Ć©l dice esta estrofa:
" He aquĆ todo prĆ©stamo que hay que abordar, la espada al puƱo, en la orilla arenosa dĆ³nde se encuentra la llanura comĆŗn; quĆ© el dios le dĆ© la victoria al poeta. De mi espada chispeante voy a cortar en dos el centro ensortijado del casco del amante de Helga; ¡ separarĆ© del tronco la cabeza de este miserable! " »
Hrafn respondiĆ³ diciendo la estrofa que he aquĆ:
«Poeta, no sabes para quiĆ©n de nosotros dos estĆ” reservada la felicidad de la victoria; ya la hoz de las heridas es lanzada; la punta va a perforar la pierna; la amada que lleva correas, joven viuda abandonada, oirĆ” en el thing alabar el coraje del hombre libre, si igualmente nos herimos mutuamente.»
Hermund tuvo el escudo de Gunnlaug, su hermano, y Sverting, hijo de Hafr-Bjorn, el de Hrafn. Se habĆa convenido que aquel que estuviera herido podrĆa rescatar su vida por tres marcas de dinero. Hrafn debĆa golpear primero, porque habĆa sido provocado. Ćl golpeĆ³ por arriba en el escudo de Gunnlaug; del golpe la lĆ”mina se abriĆ³ en dos contra la empuƱadura y alcanzĆ³ la mejilla de Gunnlaug que recibiĆ³ una herida ligera. RĆ”pidamente los padres y muchos otros acudieron para interponerse.
Gunnlaug dice:
«Ahora declaro que Hrafn ha sido vencido, ya que estĆ” desarmado. »-« y yo, declaro que tĆŗ estĆ”s vencido, »replicĆ³ Hrafn,« ya que estĆ”s herido.» A estas palabras, Gunnlaug se encolerizĆ³ mucho y exclamĆ³ que la cuestiĆ³n no estaba resuelta. Illugi, su padre, dijo que no habĆa nada mĆ”s que resolver.« Mi padre, »repitiĆ³ Gunnlaug, «yo querrĆa encontrarme con Hrafn otra vez, cuando estarĆ”s demasiado lejos para venir a separarnos.»
Luego, los hombres volvieron a sus tiendas
Al dĆa siguiente, el comitĆ© legislativo adoptĆ³ una ley que decretaba la aboliciĆ³n de los duelos en Islandia: fue hecha sobre la opiniĆ³n de todos los hombres mĆ”s juiciosos. El encuentro de Gunnlaug y de Hrafn es, en efecto, el Ćŗltimo duelo que se hubo efectuado en Islandia. Al dĆa siguiente, temprano, Gunnlaug y Hermund partieron de allĆ para tomar un baƱo en Oxara; ya ellos vieron llegar sobre el otro borde del rĆo un gran nĆŗmero de mujeres y entre ellas Helga la Bella. Hermund le dice a Gunnlaug: «¿Ves estas mujeres y Helga, tu querida, allĆ en la otra orilla? »Gunnlaug respondiĆ³; «por cierto, la veo,» y Ć©l dice la estrofa:
« Ella naciĆ³, esta mujer, para instigar la discordia entre los hijos de los hombres; el tronco del combate es causa de eso; yo deseaba ardientemente poseer el Ć”rbol de la riqueza. Nada mĆ”s sirve ahora para contemplar el paĆs de las sortijas de Gunn chispeante, blanca como un cisne – mi vista se nubla en este pensamiento.»
Luego ellos atravesaron el rĆo y Helga y Gunnlaug hablaron juntos un tiempo. Cuando ellos salieron del agua, Helga se parĆ³ y siguiĆ³ mucho tiempo mirando a Gunnlaug que dice esta estrofa:
« La luna de las cejas - chispeante como las miradas alrededor - del Iirist a los trajes soberbios de tela y quien vierte el zumo de las hierbas, irradiĆ³ sobre mĆ del cielo resplandeciente de las cejas - y el rayo de las estrellas del pĆ”rpado que lanzĆ³ sobre mĆ Frid adorno de oro, causĆ³ mi desgracia y la de Hlin a las correas.»
DespuĆ©s de todos estos incidentes los hombres dejaron el thing para regresar a sus casas, y Gunnlaug se quedĆ³ en Gilsbakki, en la casa paterna. Entonces, un buen dĆa, despertĆ”ndose, Ć©l comprobĆ³ que todos ellos, excepto Ć©l, estaban levantados. Ya doce hombres en armas entraron en su habitaciĆ³n. Hrafn, hijo de Onund, habĆa venido. Gunnlaug saltĆ³ de su cama en el instante y quiso tomar su espada. Pero Hrafn le dice:
«El objetivo de mi llegada, vas a conocerlo. Me retaste a duelo, el verano pasado, en el Althing y el asunto no te parecĆa definitivamente resuelto.
Hoy quiero hacerte una proposiciĆ³n: Entraremos al mar, los dos, el prĆ³ximo verano, y nos iremos a batirnos en duelo a Noruega; - allĆ nuestros padres no se meterĆ”n mĆ”s. »
Gunnlaug respondiĆ³: «Hablas como el mĆ”s valiente de los hombres; acepto tu proposiciĆ³n; mientras tanto Hrafn, te ofrezco aquĆ entre nosotros la hospitalidad tal que puedes desearla. »« Tu oferta me gusta mucho, »respondiĆ³ por Hrafn; « pero esta vez debemos regresar sin retraso. »Luego de estas palabras, ellos se separaron. De una parte y de otra, los padres estuvieron vivamente afligidos por este arreglo, pero no podĆan hacer nada a causa del violento temperamento de los ambos adversarios. AdemĆ”s, Ć©l debĆa estar allĆ como lo querĆa el destino.
" He aquĆ todo prĆ©stamo que hay que abordar, la espada al puƱo, en la orilla arenosa dĆ³nde se encuentra la llanura comĆŗn; quĆ© el dios le dĆ© la victoria al poeta. De mi espada chispeante voy a cortar en dos el centro ensortijado del casco del amante de Helga; ¡ separarĆ© del tronco la cabeza de este miserable! " »
Hrafn respondiĆ³ diciendo la estrofa que he aquĆ:
«Poeta, no sabes para quiĆ©n de nosotros dos estĆ” reservada la felicidad de la victoria; ya la hoz de las heridas es lanzada; la punta va a perforar la pierna; la amada que lleva correas, joven viuda abandonada, oirĆ” en el thing alabar el coraje del hombre libre, si igualmente nos herimos mutuamente.»
Hermund tuvo el escudo de Gunnlaug, su hermano, y Sverting, hijo de Hafr-Bjorn, el de Hrafn. Se habĆa convenido que aquel que estuviera herido podrĆa rescatar su vida por tres marcas de dinero. Hrafn debĆa golpear primero, porque habĆa sido provocado. Ćl golpeĆ³ por arriba en el escudo de Gunnlaug; del golpe la lĆ”mina se abriĆ³ en dos contra la empuƱadura y alcanzĆ³ la mejilla de Gunnlaug que recibiĆ³ una herida ligera. RĆ”pidamente los padres y muchos otros acudieron para interponerse.
Gunnlaug dice:
«Ahora declaro que Hrafn ha sido vencido, ya que estĆ” desarmado. »-« y yo, declaro que tĆŗ estĆ”s vencido, »replicĆ³ Hrafn,« ya que estĆ”s herido.» A estas palabras, Gunnlaug se encolerizĆ³ mucho y exclamĆ³ que la cuestiĆ³n no estaba resuelta. Illugi, su padre, dijo que no habĆa nada mĆ”s que resolver.« Mi padre, »repitiĆ³ Gunnlaug, «yo querrĆa encontrarme con Hrafn otra vez, cuando estarĆ”s demasiado lejos para venir a separarnos.»
Luego, los hombres volvieron a sus tiendas
Al dĆa siguiente, el comitĆ© legislativo adoptĆ³ una ley que decretaba la aboliciĆ³n de los duelos en Islandia: fue hecha sobre la opiniĆ³n de todos los hombres mĆ”s juiciosos. El encuentro de Gunnlaug y de Hrafn es, en efecto, el Ćŗltimo duelo que se hubo efectuado en Islandia. Al dĆa siguiente, temprano, Gunnlaug y Hermund partieron de allĆ para tomar un baƱo en Oxara; ya ellos vieron llegar sobre el otro borde del rĆo un gran nĆŗmero de mujeres y entre ellas Helga la Bella. Hermund le dice a Gunnlaug: «¿Ves estas mujeres y Helga, tu querida, allĆ en la otra orilla? »Gunnlaug respondiĆ³; «por cierto, la veo,» y Ć©l dice la estrofa:
« Ella naciĆ³, esta mujer, para instigar la discordia entre los hijos de los hombres; el tronco del combate es causa de eso; yo deseaba ardientemente poseer el Ć”rbol de la riqueza. Nada mĆ”s sirve ahora para contemplar el paĆs de las sortijas de Gunn chispeante, blanca como un cisne – mi vista se nubla en este pensamiento.»
Luego ellos atravesaron el rĆo y Helga y Gunnlaug hablaron juntos un tiempo. Cuando ellos salieron del agua, Helga se parĆ³ y siguiĆ³ mucho tiempo mirando a Gunnlaug que dice esta estrofa:
« La luna de las cejas - chispeante como las miradas alrededor - del Iirist a los trajes soberbios de tela y quien vierte el zumo de las hierbas, irradiĆ³ sobre mĆ del cielo resplandeciente de las cejas - y el rayo de las estrellas del pĆ”rpado que lanzĆ³ sobre mĆ Frid adorno de oro, causĆ³ mi desgracia y la de Hlin a las correas.»
DespuĆ©s de todos estos incidentes los hombres dejaron el thing para regresar a sus casas, y Gunnlaug se quedĆ³ en Gilsbakki, en la casa paterna. Entonces, un buen dĆa, despertĆ”ndose, Ć©l comprobĆ³ que todos ellos, excepto Ć©l, estaban levantados. Ya doce hombres en armas entraron en su habitaciĆ³n. Hrafn, hijo de Onund, habĆa venido. Gunnlaug saltĆ³ de su cama en el instante y quiso tomar su espada. Pero Hrafn le dice:
«El objetivo de mi llegada, vas a conocerlo. Me retaste a duelo, el verano pasado, en el Althing y el asunto no te parecĆa definitivamente resuelto.
Hoy quiero hacerte una proposiciĆ³n: Entraremos al mar, los dos, el prĆ³ximo verano, y nos iremos a batirnos en duelo a Noruega; - allĆ nuestros padres no se meterĆ”n mĆ”s. »
Gunnlaug respondiĆ³: «Hablas como el mĆ”s valiente de los hombres; acepto tu proposiciĆ³n; mientras tanto Hrafn, te ofrezco aquĆ entre nosotros la hospitalidad tal que puedes desearla. »« Tu oferta me gusta mucho, »respondiĆ³ por Hrafn; « pero esta vez debemos regresar sin retraso. »Luego de estas palabras, ellos se separaron. De una parte y de otra, los padres estuvieron vivamente afligidos por este arreglo, pero no podĆan hacer nada a causa del violento temperamento de los ambos adversarios. AdemĆ”s, Ć©l debĆa estar allĆ como lo querĆa el destino.
CapĆtulo 10
CapĆtulo 9
CapĆtulo 8
CapĆtulo 7
CapĆtulo 6
CapĆtulo 5
CapĆtulo 4
CapĆtulo 3
CapĆtulo 2
CapĆtulo 1
Original en francƩs
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