La Saga de Gunnlaug Lengua de Serpiente (Cap 11)

Parte I

Continuación:

Cuando las tres noches fueron liquidadas, ellos se prepararon para el combate. Illugi el Negro siguió a su hijo a la isla con una numerosa corte. Hrafn y su padre fueron acompaƱados por el «hombre de la ley» Skapti. Y habiendo Gunnlaug puesto el pie en la isla, Ć©l dice esta estrofa:

" He aquĆ­ todo prĆ©stamo que hay que abordar, la espada al puƱo, en la orilla arenosa dónde se encuentra la llanura comĆŗn; quĆ© el dios le dĆ© la victoria al poeta. De mi espada chispeante voy a cortar en dos el centro ensortijado del casco del amante de Helga; ¡ separarĆ© del tronco la cabeza de este miserable! " »

Hrafn respondió diciendo la estrofa que he aquí:

«Poeta, no sabes para quiĆ©n de nosotros dos estĆ” reservada la felicidad de la victoria; ya la hoz de las heridas es lanzada; la punta va a perforar la pierna; la amada que lleva correas, joven viuda abandonada, oirĆ” en el thing alabar el coraje del hombre libre, si igualmente nos herimos mutuamente.»

Hermund tuvo el escudo de Gunnlaug, su hermano, y Sverting, hijo de Hafr-Bjorn, el de Hrafn. Se habĆ­a convenido que aquel que estuviera herido podrĆ­a rescatar su vida por tres marcas de dinero. Hrafn debĆ­a golpear primero, porque habĆ­a sido provocado. Ɖl golpeó por arriba en el escudo de Gunnlaug; del golpe la lĆ”mina se abrió en dos contra la empuƱadura y alcanzó la mejilla de Gunnlaug que recibió una herida ligera. RĆ”pidamente los padres y muchos otros acudieron para interponerse.

Gunnlaug dice:

«Ahora declaro que Hrafn ha sido vencido, ya que estĆ” desarmado. »-« y yo, declaro que tĆŗ estĆ”s vencido, »replicó Hrafn,« ya que estĆ”s herido.» A estas palabras, Gunnlaug se encolerizó mucho y exclamó que la cuestión no estaba resuelta. Illugi, su padre, dijo que no habĆ­a nada mĆ”s que resolver.« Mi padre, »repitió Gunnlaug, «yo querrĆ­a encontrarme con Hrafn otra vez, cuando estarĆ”s demasiado lejos para venir a separarnos.»

Luego, los hombres volvieron a sus tiendas


Al dĆ­a siguiente, el comitĆ© legislativo adoptó una ley que decretaba la abolición de los duelos en Islandia: fue hecha sobre la opinión de todos los hombres mĆ”s juiciosos. El encuentro de Gunnlaug y de Hrafn es, en efecto, el Ćŗltimo duelo que se hubo efectuado en Islandia. Al dĆ­a siguiente, temprano, Gunnlaug y Hermund partieron de allĆ­ para tomar un baƱo en Oxara; ya ellos vieron llegar sobre el otro borde del rĆ­o un gran nĆŗmero de mujeres y entre ellas Helga la Bella. Hermund le dice a Gunnlaug: «¿Ves estas mujeres y Helga, tu querida, allĆ­ en la otra orilla? »Gunnlaug respondió; «por cierto, la veo,» y Ć©l dice la estrofa:


« Ella nació, esta mujer, para instigar la discordia entre los hijos de los hombres; el tronco del combate es causa de eso; yo deseaba ardientemente poseer el Ć”rbol de la riqueza. Nada mĆ”s sirve ahora para contemplar el paĆ­s de las sortijas de Gunn chispeante, blanca como un cisne – mi vista se nubla en este pensamiento.»

Luego ellos atravesaron el río y Helga y Gunnlaug hablaron juntos un tiempo. Cuando ellos salieron del agua, Helga se paró y siguió mucho tiempo mirando a
Gunnlaug que dice esta estrofa:

« La luna de las cejas - chispeante como las miradas alrededor - del Iirist a los trajes soberbios de tela y quien vierte el zumo de las hierbas, irradió sobre mĆ­ del cielo resplandeciente de las cejas - y el rayo de las estrellas del pĆ”rpado que lanzó sobre mĆ­ Frid adorno de oro, causó mi desgracia y la de Hlin a las correas.»

Después de todos estos incidentes los hombres dejaron el thing para regresar a sus casas, y Gunnlaug se quedó en Gilsbakki, en la casa paterna. Entonces, un buen día, despertÔndose, él comprobó que todos ellos, excepto él, estaban levantados. Ya doce hombres en armas entraron en su habitación. Hrafn, hijo de Onund, había venido. Gunnlaug saltó de su cama en el instante y quiso tomar su espada. Pero Hrafn le dice:

«El objetivo de mi llegada, vas a conocerlo. Me retaste a duelo, el verano pasado, en el Althing y el asunto no te parecĆ­a definitivamente resuelto.

Hoy quiero hacerte una proposición: Entraremos al mar, los dos, el próximo verano, y nos iremos a batirnos en duelo a Noruega; - allĆ­ nuestros padres no se meterĆ”n mĆ”s. »

Gunnlaug respondió: «Hablas como el mĆ”s valiente de los hombres; acepto tu proposición; mientras tanto Hrafn, te ofrezco aquĆ­ entre nosotros la hospitalidad tal que puedes desearla. »« Tu oferta me gusta mucho, »respondió por Hrafn; « pero esta vez debemos regresar sin retraso. »Luego de estas palabras, ellos se separaron. De una parte y de otra, los padres estuvieron vivamente afligidos por este arreglo, pero no podĆ­an hacer nada a causa del violento temperamento de los ambos adversarios. AdemĆ”s, Ć©l debĆ­a estar allĆ­ como lo querĆ­a el destino.






CapĆ­tulo 10
CapĆ­tulo 9
CapĆ­tulo 8
CapĆ­tulo 7
CapĆ­tulo 6
CapĆ­tulo 5
CapĆ­tulo 4
CapĆ­tulo 3
CapĆ­tulo 2
CapĆ­tulo 1
Original en francƩs


Publicar un comentario

0 Comentarios