Beowulf Arriba A Heorot (III parte)


Finalmente, Beowulf y sus hombres pudieron contemplar el ornamentado Hall, totalmente revestido de madera con incrustaciones de oro y piedras preciosas; el edificio más lujoso del mundo entero, cuya luz refulgía sobre muchas tierras. Y allí, sentado en su trono del Salón principal, los esperaba el poderoso Hrothgar.
Aquel fue un encuentro de grandes; el hombre mayor, a pesar de su serie de desdichas y tribulaciones, aún mantenía su ímpetu juvenil; mientras el barco geat, probado en mil batallas, se dirigía hacia él con las manos tendidas en amistoso saludo, vestido con todos sus enseres de guerra: su reluciente yelmo, que lucía en su cimera la figura de un jabalí de oro, su cota de mallas, labrada por los mejores artesanos del mundo y su armadura de acero con incrustaciones del mismo áureo metal que el casco y ornamentada con piedras preciosas.

__Waes pú, Hrótgar, hál __ fueron las primeras palabras de Beowulf__. Soy pariente y servidor del rey Hygelac, quien me ha encargado numerosas tareas durante mi juventud. De ninguna manera podría haber ignorado, aún desde mi tierra natal, las malévolas correrías de Grendl sin acudir a detenerlo. Ha sido dicho por muchos marinos que en este Hall, el mejor de los edificios construidos por la mano del hombre, ha sentado sus reales un monstruo demoníaco, tornándolo inútil y ocioso después de que la aéfenléoht abandona el firmamento para refugiarse detrás del horizonte.

"Por esa razón y no por otra, los hombres sabios de mi tribu me han solicitado, soberano Hrothgar, que os buscara, porque conocen la fuerza de mi brazo. Ellos me han visto regresar, bañado en la sangre de mis enemigos, de una cruenta batalla contra una familia entera formada por cinco gigantes, en la cual debí soportar terribles dolores durante toda una noche y un día, matando uno a uno a esos engendros acuáticos, partiéndolos en pedazos para vengar a mi gente, los geata, a quienes las incursiones de aquellas bestias estaban exterminando.

"Ahora estoy comprometido con mi gente y con la vuestra a terminar con ese maligno flagelo que es Grendl, y dejar de ese modo definitivamente zanjada esa cuestión con el desalmado troll.

"Y ahora, si me permitís, sñor, debo prepararme para mi combate individual con esa calmidad que asuela a Heorot; pero antes debo solicitaros, rey de los daneses y protector de sus hombres, un favor que nop vais a negar a un buen amigo que ha viajado desde tan lejos para tener la oportunidad de limpiar tu Mead Hall."

Al ver la decisión reflejada en el rostro del líder geat, Hrothgar inquirió:
__¿Y cuál es ese favor que me solicitáis, mi leal camarada Beowulf?
A lo que el guerrero respondió:
__ Veréis, he oído decir que ese monstruo, en su temeridad, y protegido por impunidad, no utiliza armas en sus combates, sino que mata a los contendientes con sus manos. En consecuencia, y sabiendo que el corazón de mi señor Hygelac se regocijará aún más con mi triunfo,renuniciaréa emplear siquiera mi espada y mi escudo, sino que enfrentaré a mi enemigo con las únicas armas que los dioses me han proporcionado, y dejemos que ellos decidan a cuál de los dos cortará el Wyrd el hilo de su vida. Mis compañeros de armas conocen muy bien mi escudo geolorand, pero en esta ocasión sólo lucharé con mis manos desnudas, puño contra puño y enemigo contra enemigo, hasta que uno de los dos abandone sin vida el campo de batalla.

"Si el predador solitario toma mi vida, estoy seguro de que muy poco quedará de mi cuerpo, pues primero utilizará mi sangre para marcar su territorio,y luego devorará mi carne, por lo que no habrá necesidad de hacer preparativos para mi entierro. No obstante, si estoy derrotado en batalñla, manda mis vestimentas de batalla al rey Hygelac: la cota de malla, la armadura, el yelmo y mis armas, ya que son una herencia de Hrethel, mi madre, y fueron trabajadas por Weland, el mejor orfebre y artesano que haya tenido cabida bajo el cielo. Wyrd toma sus propias decisiones, y ni siquiera los dioses pueden alterarlas."




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