Cumpliendo su palabra, Wulfgar se dirigió rápidamente hacia el Salón del Trono, donde Hrothgar - con su cabello gris por el tiempo y las penurias sufridas- estaba rodeado por sus nobles más confiables. Al entrar en el Mead Hall, Wulfgar, sabio en las cuestiones cortesanas, y sabiendo que a los guerreros veteranos no les agradaba que se les diera la espalda, se encaminó al otro extremo del Salón y , colocándose detrás de los nobles pero frente al monarca, se dirigió a él:
Señor y rey de los daneses: desde más allá de los confines de l mar ha llegado un hombre de los geata, un jefe de esos guerreros de élite, de nombre Beowulf; él y los suyos han solicitado cambiar algunas palabras con vos, gracioso Hrothgar. Y humildemente os aconsejo que no es neguéis a responder a sus preguntas, ya que, a juzgar por su armamento y confianza en sí mismos , se ven muy dignos de la estima de cualquier noble; más aún, su jefe parece muy poderoso, de la madera de que están hechos los guías de guerra de los hombres del Armaggedon.
A estas palabras de su heraldo, respondió desde que era muy niño. Su anciano padre, llamado Edgtheow, concedió a ese hombre Hrethel, de los geata, la mano de su única hija, y ahora su retoño ha llegado a Heorot, con la valentía que lo caracteriza, buscando un amigo y un aliado leal. También debes saber que todos los marinos que han llevado presentes a los geata comentan que posee la fuerza de treinta hombres en el puño de cada uno de sus brazos. Estoy seguro de que el Padre Santo, en su inconmensurable bondad, lo ha guiado hasta nosotros, los daneses occidentales, para liberarnos del flagelo de Grendl. Y Hrothgar, el generoso, ofrecerá a esos hombres preciosos tesoros como pago de su impetuosa bravura.
"Apresúrate, buen Wulfgar; vuelve por tu camino e invita a mi presencia a ese noble grupo de caballeros, todos juntos. Diles también que son bienvenidos a tierras danesas."
El famoso guerrero partió hacia el pabellón donde esperaban los geata, y así habló Beowulf:
__Mi valeroso señor, soberano de los daneses orientales, me encarga deciros que que sois bienvenidos a Heorot, ya que conoce muy bien vuestra noble prosapia. También me encargó que os dijera que los hombres que os acompañaron a través de la ruta de las ballenas serán igualmente acogidos con placer. Durante la entrevista podrán llevar sus vestimentas de guerra, pero dejareis aquí los escudos, las espadas y las lanzas de combate, esperando el resultado de las palabras.
El poderoso Beowulf se levantó y, sin decir palabra, comenzó a vestir su cota de mallas, ordenando a sus hombres que hicieran lo mismo. Luego designó a cinco de ellos para que se quedaran a velar las armas, e indicó a Wulfgar que ya estaban dispuestos para la marcha. Sin pronunciar palabras, el mensajero del rey se volvió para guiar a los geata hasta el Mead Hall, pero en el camino hacia allí se encontraron con el Guardián de los Acantilados - fiero guerrero, aun par aquella corte de hombres gloriosos-, quien giró su caballo en su dirección y les dijo:
__ Ya es tiempo de que me vaya. ¡Que el Padre Omnipotente, con su Gracias Divina, os mantenga a salvo de todo daño y bendiga vuestra benevolencia! Ahora debo regresar al mar, para reanudar mi vigilancia contra hostiles bandas de depredadores.
Señor y rey de los daneses: desde más allá de los confines de l mar ha llegado un hombre de los geata, un jefe de esos guerreros de élite, de nombre Beowulf; él y los suyos han solicitado cambiar algunas palabras con vos, gracioso Hrothgar. Y humildemente os aconsejo que no es neguéis a responder a sus preguntas, ya que, a juzgar por su armamento y confianza en sí mismos , se ven muy dignos de la estima de cualquier noble; más aún, su jefe parece muy poderoso, de la madera de que están hechos los guías de guerra de los hombres del Armaggedon.
A estas palabras de su heraldo, respondió desde que era muy niño. Su anciano padre, llamado Edgtheow, concedió a ese hombre Hrethel, de los geata, la mano de su única hija, y ahora su retoño ha llegado a Heorot, con la valentía que lo caracteriza, buscando un amigo y un aliado leal. También debes saber que todos los marinos que han llevado presentes a los geata comentan que posee la fuerza de treinta hombres en el puño de cada uno de sus brazos. Estoy seguro de que el Padre Santo, en su inconmensurable bondad, lo ha guiado hasta nosotros, los daneses occidentales, para liberarnos del flagelo de Grendl. Y Hrothgar, el generoso, ofrecerá a esos hombres preciosos tesoros como pago de su impetuosa bravura.
"Apresúrate, buen Wulfgar; vuelve por tu camino e invita a mi presencia a ese noble grupo de caballeros, todos juntos. Diles también que son bienvenidos a tierras danesas."
El famoso guerrero partió hacia el pabellón donde esperaban los geata, y así habló Beowulf:
__Mi valeroso señor, soberano de los daneses orientales, me encarga deciros que que sois bienvenidos a Heorot, ya que conoce muy bien vuestra noble prosapia. También me encargó que os dijera que los hombres que os acompañaron a través de la ruta de las ballenas serán igualmente acogidos con placer. Durante la entrevista podrán llevar sus vestimentas de guerra, pero dejareis aquí los escudos, las espadas y las lanzas de combate, esperando el resultado de las palabras.
El poderoso Beowulf se levantó y, sin decir palabra, comenzó a vestir su cota de mallas, ordenando a sus hombres que hicieran lo mismo. Luego designó a cinco de ellos para que se quedaran a velar las armas, e indicó a Wulfgar que ya estaban dispuestos para la marcha. Sin pronunciar palabras, el mensajero del rey se volvió para guiar a los geata hasta el Mead Hall, pero en el camino hacia allí se encontraron con el Guardián de los Acantilados - fiero guerrero, aun par aquella corte de hombres gloriosos-, quien giró su caballo en su dirección y les dijo:
__ Ya es tiempo de que me vaya. ¡Que el Padre Omnipotente, con su Gracias Divina, os mantenga a salvo de todo daño y bendiga vuestra benevolencia! Ahora debo regresar al mar, para reanudar mi vigilancia contra hostiles bandas de depredadores.
0 Comentarios