El don de las tres vidas y el primer pecado - Saxo Gramatico (VI, V, 7)

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7 - En el acto fue Starcatherus a buscar a Wicarus y pasó algún tiempo en su intimidad, tramando la traición bajo las apariencias de la devoción. Partió al fin con él en una expedición de viking y, como un tiempo obstinadamente desfavorable los constriñera a permanecer al abrigo en un lugar y, negándoles los vientos la navegación, perdieran en la ociosidad la mayor parte del año, estimaron que les convenía obtener el favor de los dioses merced a la sangre de una víctima humana. Recurrieron, pues, las suertes en una urna y aconteció que fue la inmolación del rey la pedida. Entonces Starcatherus hizo un lazo de mimbre y se lo puso al rey al cuello, como para un simulacro de suplicio que no debía durar más que un breve instante. pero más fuerte fue la solidez del lazo y el rey, colgado, exhaló el último suspiro. Como palpitaba aún, Starcatherus le arrancó el resto de la vida con su espada y se reveló pérfido en el momento en que debiera socorrerlo. No me parece en efecto, que deba tenerse en cuenta la tradición que pretende que la fragilidad del mimbre bruscamente endurecida en su estrechamiento, alcanzó la consistencia de un nudo de hierro.

Una vez cometido este primer crimen, Starcatherus se asocia a un viking danés y recorre, con él primero, solo luego, inmensos territorios: Rucsia, Rutenia, Biarmia, Suecia, Irlanda, Eslavia, y de nuevo Rucsia, Bizancio, Polonia, Sajonia, y es entonces cuando llega al rey danés Frotho. Por doquier consuma hazañas insignes, dando ejemplo de virtudes guerreras, expresando enfáticamente, en su oportunidad, su respeto por la majestad de los reyes. El final del libro VI (vi-ix) está lleno de los heroicos socorros y las rudas lecciones que da a los hijos el difunto rey danés Frotho, en particular al joven y débil Ingellus, de quien consigue hacer un soberano digno de este nombre. El libro VII, donde se trata poco de él, lo encuentra al servicio del príncipe sueco Regnaldus, que un conflicto opone al danés Sywaldus.

Fuente:
El destino del guerrero- George Dúmezil
traducción de Juan Almela-
Siglo XXI editores

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