La Saga de Yngvar El Viajero -C 5

5. La Expedición de Yngvar

Luego Yngvar se alistó para dejar el país y salir en busca de un reino en el extranjero. Seleccionó a los hombres y treinta barcos, todo completamente equipado. La noticia de que Yngvar se preparaba para un viaje llegó a Rey Olaf ahora, y envió a los hombres a encontrarse con Yngvar y le rogó que se quede y acepte el título de rey. Yngvar dijo que él lo habría aceptado si hubiera tenido la oportunidad tiempo atrás, pero él ahora estaba listo para navegar, dijo, tan pronto como el viento fuese adecuado.

Pronto entonces, Yngvar salió del puerto de Suecia con treinta barcos y ellos no dejaron de navegar hasta que llegaron a Rusia. El Rey Jarizleif le recibió bien y le honró grandemente. Yngvar estuvo allí por tres años y aprendió a hablar muchos idiomas.
Él oyó una conversación que tres ríos fluían del este a través de Rusia, y el del medio era el más grande. Luego Yngvar viajó extensamente hacia el este, preguntando si alguien sabía desde dónde fluía ese río, pero nadie lo supo decir.

Luego Yngvar se alistó para dejar Rusia y quería tratar de hacer un reconocimiento de la longitud de este río. Un obispo bendijo su pedernal y su hacha de fuego. Cuatro hombres son nombrados entre los compañeros de Yngvar en el viaje: Hjalmvigi y Soti, Ketil, quien fue llamado Garda-Ketil y Valdimar - él era un islandés -. De cualquier manera, después de eso, se ponen en camino sobre el río con treinta barcos, e Yngvar dio vuelta las proas para el este e hizo una regla que nadie debería ir a tierra sin su permiso. Y si alguien lo hacía perdería una mano o un pie. Alguien tenía que permanecer sin dormir en la noche en cada barco.

Cuando habían estado siguiendo el río por algún rato, se ha dicho que una noche que le competió a Ketil la vigilia, y cuándo todo el mundo se había dormido, se sintió aburrido, y le dio curiosidad, fue a tierra para echar una mirada alrededor y ocurrió que fue más lejos de lo que se había propuesto. Él se detuvo y escuchó. Vio una casa alta delante de él y dirigió sus pasos hacia ella y en la casa, le maravilló ver una cazuela de plata sobre el fuego. Tomó la cazuela y volvió corriendo hacia los barcos. Pero cuando él había corrido un rato, volvió la mirada hacia atrás y vio a un terrible gigante llorando atrás de él. Ketil aligeró su paso, pero el gigante se acercaba más. Él jala la agarradera y deja caer la cazuela, y corre luego tan rápido como puede, mirando hacia atrás a veces. Ve al alto gigante parar cuando llegar a la cazuela. Dirige ahora sus pasos hacia ella, finalmente recoge la cazuela y se va a casa. Garda-Ketil caminó para el barco, rompió la agarradera y la puso en su caja de equipaje.

Pero en la mañana, cuando los hombres se despertaron y fueron a tierra, vieron huellas dirigiéndose a los barcos, porque había rocío, y le contaron a Yngvar. Él le preguntó a Ketil si había sido él, ya que Ketil no nombro a otro, y dijo que él no le mataría si le decía la verdad. Él hizo eso e imploró ser excusado por su desobediencia, y piedad por su vida, y le mostró la agarradera. Yngvar le dijo que no lo haga nuevamente y dejó las cosas así.

Navegaron por muchos días y a través de muchas regiones hasta que vieron que los colores y estilos de vida de los animales habían cambiado, y supieron que estaban lejos de casa.

Una tarde, vieron a lo lejos algo que se parecía a una media luna de pie sobre la tierra. Esa noche Valdimar vigilaba. Va a tierra en busca del lugar donde la vieron. Él llegó a lo que se parecía a una colina surgiendo amenazadoramente ante él de color dorado, y vio la razón: Estaba cubierto con serpientes. Pero como estaban dormidas, atravesó con su lanza hacia donde un anillo de oro estaba, y lo jaló hacia afuera. Luego una serpiente bebé se despabiló, e instantáneamente despabiló a aquellas que estaban a su lado, y todas ellas despertaron a su vecindad, serpiente por serpiente, hasta que despertaron a "Jakulus".

Valdimar corrió a toda velocidad de regreso a los barcos y le dijo a Yngvar toda la verdad. Ahora Yngvar ordenó a sus hombres prepararse para la serpiente y conducir los barcos para otro sitio de amarre a través del río, y así es lo que hacen.

Luego ven a un dragón que los mira atroz volando hacia ellos sobre el río. Muchos se escondieron del miedo. Y cuando Jakulus llegó al barco que capitaneaban dos sacerdotes, arrojó tanto veneno que ambos barcos y los hombres fueron destruidos. Luego volvió volando a través del río hacia su morada.

Yngvar sigue el río por muchos días. Pueblos y edificios grandes se levantaron a la vista, y ven una ciudadela magnífica. Forjada de mármol blanco. Cuando se acercaron a la ciudadela, vieron a los grandes gentíos de hombres y mujeres. Se maravillaron luego de la belleza que vieron allí, y la gracia de las mujeres, pues muchas eran sorprendentemente bellas.

Pero una entre ellas se distinguía por su atuendo y belleza. La buena mujer hizo señales a Yngvar y a sus hombres que deberían ir a encontrarse con ella. Luego Yngvar bajó a tierra y se encontró a esa señora noble. Ella le preguntó quienes eran y también lo que hacían, pero Yngvar no dijo nada, porque él quería conocer si ella sabía hablar otros idiomas. Y resultó que podía hablar escandinavo, romano, alemán, y ruso y muchos otros lenguajes que estaban al día en el este.

Pero cuando Yngvar se había enterado de que ella hablaba estos idiomas, él le dijo a ella su nombre e indagó acerca de ella y le pregunta qué título tenía.
“Soy llamada Silkisif,” dijo ella, “y soy reina de esta tierra y el reino.”

Luego invitó a Yngvar al pueblo con ella, conjuntamente con toda su compañía. Él aceptó. Y los ciudadanos toman sus barcos con toda la jarcia y los llevaron con ellos hasta la ciudad. Yngvar equipó un vestíbulo para que todos sus hombres se quedaran dentro y lo cerró cuidadosamente, ya que el área circundante estaba llena de ídolos.

Yngvar les advirtió a ellos que no tengan negocios con los paganos y de rehusar la entrada a cualquier mujer con la excepción de la reina. A algunos hombres, poco les importó su advertencia, y él los mató, y después nadie lo desafió a desobedecerlo.

Yngvar se quedó en el invierno como un invitado de honor. La reina se sentaba y hablaba con él todos los días junto con sus concejales y hombres sabios, y le contaron sobre muchas cosas. Yngvar siempre le contaba a ella sobre Dios todopoderoso, y atrajo a ella esta fe.

Ella amó a Yngvar tanto que le ofreció el reino entero y el título de rey, y finalmente se ofreció a darse a él si se quedara allí, pero él le explicó que primero quería hacer un reconocimiento de la longitud del río y aceptaría después su ofrecimiento.

Cuando la primavera llegó, Yngvar se alistó para salir, y le dijo adiós a la reina y a su gente. Yngvar continuó río arriba hasta que alcanzó una gran cascada y una cañada profunda y estrecha. Había acantilados altos allí, así que transportaron sus barcos con cuerdas. Luego los descendieron de regreso al río y siguieron durante algún tiempo sin ver alguna cosa notable.

Pero a veinticuatro horas de que el verano se acercara a su final, vieron muchos botes remando hacia ellos. Eran todos redondos con remos por todas partes. Navegaron hacia ellos ya que a Yngvar no le quedó nada más que esperar por ellos, porque sus botes se volvieron tan rápidos como el volar a las aves. Pero antes de que se encontrasen, un hombre se puso de pie en uno de los botes. Estaba cubierto en las túnicas de un rey y hablaba muchos idiomas. Yngvar no respondió.

Luego él dijo unas pocas palabras en ruso. Yngvar entendió que era llamado Jolf y era de la ciudad de Heliopolis. Y cuando el rey aprendió el nombre de Yngvar y de dónde había venido y a donde había estado, lo invitó a casa con él a permanecer durante el invierno en su ciudad.

Yngvar declaró que no le satisfacía retrasar sus planes y rehusó la invitación. Luego el rey insistió que aceptara su hospitalidad y se quedara en el invierno. Yngvar dijo que simplemente tendrían que quedarse entonces.

Después llegaron con su compañía al puerto y fueron a tierra hasta la ciudad. Y cuando volvieron la mirada atrás, vieron que los ciudadanos llevaban en hombros sus barcos hasta la ciudad, hacia donde podrían ser recluidos. Vieron gran idolatría en todas las calles allí. Yngvar les dijo a sus hombres que sean diligentes en la oración y firmes en su fe. Jolf les dio un vestíbulo, y en el invierno Yngvar se la
pasa observado a sus hombres tan estrechamente que ni uno de ellos se perdió en el sexo con mujeres u otros paganismos. Pero cuando tenían que salir, estaban completamente armados y cerraba el vestíbulo detrás de ellos. Nadie podía entrar excepto el rey. Él se sentó todos los días hablar con Yngvar, y le contó muchas cosas acerca de sus tierras respectivas, pasadas y presentes.

Yngvar le preguntó a Jolf si él sabía de dónde venía este río, y Jolf dijo que de seguro provenía de un manantial, “ al cuál llamamos Lindibelti.
Otro río también proviene de ese manantial que va al Mar Rojo, hacia el gran remolino que es llamado Gapi. Entre el mar y el río yace la punta de Siggeum. El río no tiene mucho más que fluir antes de caer en picada sobre un acantilado en el Mar Rojo, y consideramos a eso el fin de la tierra. Pero en este río que usted ha estado siguiendo, allí acechan malhechores en barcos grandes que disfrazan con carrizos, a fin de que las personas los confundan con islas, y tienen toda clase de armas y lanzadores de llamas, y arrasan a más hombres con fuego que con sus armas.”

Pero ahora los ciudadanos pensaban que su rey no atendía a sus necesidades, estando ausente por Yngvar, y amenazan sacarlos de la tierra y tomar para ellos mismos otro rey. Y cuando Yngvar oyó esto, le pidió al rey que hiciera como su gente deseaba. El rey lo hizo. Le pidió a Yngvar que le preste apoyo para oponerse a su hermano. Su hermano era el más poderoso de los dos e infligió mucha injusticia en el rey. Yngvar prometió prestarle su apoyo cuando él regresara.

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