EL CICLO MÍTICO LONGOBARDO III parte

La muerte de Rosamund

Los nobles Langobardos indignamente rehusaron reconocer al escudero del rey como su propio rey, y Rosamund, temiendo que por resentimiento huyera esa noche con sus tesoros, y tomó refugio con Longinus, virrey del Emperador del este, quien estaba establecido en Ravenna. Cautivado por la reina fugitiva y su belleza exquisita y por sus numerosos tesoros, Longinus le propuso a ella que debería envenenar a Helmigis y casarse con él. Rosamund obedientemente le dio la copa mortal a su fiel adorador, pero él bebió solo la mitad de su contenido, y luego percibiendo que él había sido envenenado, la forzó a punta de espada, a beber lo que quedaba, así asegurándose que por mucho tiempo ella no le sobreviviría. Longinus, privado de su bella prometida y para consolarse, por su pérdida se apropió sus tesoros, mientras que el cetro de los Longobardos después de haber sido esgrimido por distintos reyes cayó al final en manos de Rother, el último monarca influyente del reino que Carlomagno conquistó en 774.

Rother

Rother estableció su capital en Bari, un gran puerto de mar en Apulia; Pero aunque su riqueza fue ilimitada y su reino extenso, él distaba de ser feliz, pues no tenía ni esposa ni niños para compartir su casa.
Viendo su soledad, uno de sus cortesanos, el Duke Berchther (Berchtung) de Meran, el padre de doce hijos robustos, le aconsejó que busque una esposa; Y Cuando Rother declaró que no conocía princesa suficientemente bonita como para aceptarlo, el cortesano le reprodujo la semblanza de Oda, hija de Constantino, el Emperador del este. Rother se enamoró profundamente de esta princesa a primera vista En vano Berchther le advirtió que el emperador tenía el hábito desagradable de cortar la cabeza de todos los posibles pretendientes de su hija; Rother declaró que él debía tratar de conseguir a esta prometida sin igual, y fue sólo con gran dificultad persuadido a renunciar a la idea de galanteo en persona.

Cuando Berchther había logrado persuadirlo de enviar una embajada imponente de doce nobles, ricamente vestidos, y a los que se les asistiría en grandes aposentos, Rother le preguntó quién emprendería la misión. Todos los guerreros mantuvieron un silencio neutral, hasta que siete de los hijos de Berchther expresaron voluntariamente sus servicios, y luego otros cinco nobles mostraron su presteza para acompañarlos.

Para seguir su camino, Rother les dio escolta para el puerto, y, estando de pie en el muelle, compuso y cantó una canción maravillosa. Él les pidió recordar la melodía, y les prometió que cada vez que la oyeran podrían estar seguros de que su rey estaba muy cerca.

Leyendas de la Edad media- Cap. V- El ciclo longobardo de mitos- H. A. Guerber

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