Los tres pecados de Starcatherus - G. Dúmezil

La epopeya escandinava es rica en héroes. Los más ilustres tienen aire de familia: hermosos, brillantes, jóvenes, sociables, amados, de nacimiento principesco y ávidos de poder, apegados a su patria chica o grande, Los Sigurdr, Los Helgi, Los Haraldr, no son, es cierto, intercambiables, pero quien conoce a uno los conoce a todos. Nada de sorprendente tiene esto y la filiación que les da el análisis moderno basta con explicarlo: pertenecen al tipo común de "héroe odínico". Frente a ellos, en contraste, sólo Starkadr, el Starcatherus de los libros VI-VIII de la Gesta Danorum. Monstruoso de nacimiento, descendiente de gigantes, desfigurado por horribles heridas, muy pronto envejecido, viejo prolongado, áspero, brutal, errante, solitario, sin amor ni indulgencia para las debilidades del amor, duro a la pena, austero y frugal, sin otra ambición que batirse a los amos, por lo demás renovados a menudo, hacia los cuales exhibe - salvo accidente- una devoción de soldado viejo fundada en una convicción solidamente conservadora: tal es el personaje extraño, más interesante que atractivo, hacia el cual sin embargo, Saxo Gramático no oculta su predilección.

Si se consideran en díptico este tipo de héroes, es inevitable pensar en el Aquiles y el Heracles de los helenos, en el Arjuna y en le Bhïma del Mahäbhärata. Sin duda vemos aflorar aquí en la epopeya la dualidad del tipo guerrero, traída antes varias veces a cuento (pp.79, 94), que la habilidad de los iranistas e Upsala ha sabido discernir entre los más orientales de los indoeuropeos, aunque el Rg Veda la hubiese ya alterado, unificado en provecho de Indra, y que debió de cubrirse, en el umbral de la historia, con los patrocinios de Väyu y de Indra. El gigante Bhïma, el caballeresco capitán Arjuna, el uno hijo de Väyu, el otro de Indra, prolongan la antigua distinción, más arcaicos que sus padres en los himnos.

Starkadr ha sido objeto de numerosos estudios, los máximos nombres de la filología germánica y de la historia literaria escandinava, los representantes de todas las escuelas figuran en su libro de oro: Johan Ludwig Uhland (1836), Karl Müllenhoff (1883), Sophus Bugge (1889), Gustav Neckel (1908), Andreas Heusler (1911), y el seductor Axel Olrik, que consagró a "Starkad den Gamle" más de la mitad del segundo volumen de su entusiasta Danmarks Heltedigtning (1910), y Pail Herrmann, el erudito comentador de Saxo (1922), y, en la reedición del Grundiss der germanischen Philologie, el historiador de la epopeya nórdica, Hermann Schneider (1933).


Fuente:
El destino del guerrero- George Dúmezil

traducción de Juan Almela-
Siglo XXI editores

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