La Tabla Redonda y el Grial - Merlín el mago del rey Arturo

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Fue Robert de Boron, tal vez nacido en las tierras de Borgoña, quien en su trilogía novelesca sobre la historia del Grial - escrita a finales del siglo XII y compuesta de tres novelas: José de Arimatea o la Historia del Grial, Merlín y Perceval- otorgó a nuestro sabio profeta un papel esencial en al constitución del mundo artúrico. En estos textos desarrollaba la historia del santo vaso que desde la Última cena de cristo había viajado hasta Occidente y habría de ser reencontrado por un caballero de la Tabla Redonda del rey Arturo, esforzado y sin tacha.

El papel de merlín en esta historia maravillosa es muy destacado. Él es aquí el protector y educador del joven Arturo, y , tras la muerte de su padre Uther Pendragon, el sabio consejero que lo acompaña en el diseño de la Tabla Redonda y su reino como un espejo de nobles caballeros. Aparece igualmente el motivo mitológico de "la espada en la piedra", el arma que sólo el auténtico heredero podría sacar del yunque sobre la piedra donde estaba clavada. Cuando Arturo logró sacarla, Merlín lo proclamó rey. Luego, cuando la espada se le quebró, le consiguió una nueva, la famosa Excalibur, que Arturo recibió de la Dama del Lago.

Robert de Boron introduce a continuación el célebre tema de la Tabla Redonda. El motivo se encontraba ya en el texto francés de Robert Wace, el autor del Roman de Brut, una versión libre de la Historia de Monmouth escrita en la corte inglesa hacia 1225. En este relato la Tabla redonda estaba diseñada como imitación de la Mesa de la última cena, y en torno a ella debían sentarse los más nobles caballeros. Sólo quedaba un asiento vacío, el Asiento Peligroso que aguardaba al Elegido, el paladín del Grial: en unas novelas era Perceval, mientras que en otras era Galahad, hijo del famoso Lanzarote. Merlín, que antes sólo era el profeta de la victoria futura de las armas bretonas, aparece ahora como el protector de la caballería andante. Es evidente que el novelista recreaba y reinterpretaba, con un simbolismo cristiano, motivos que tomaba de una tradición anterior.

En la novela de Robert de Boron y en sus imitadores y continuaciones, Merlín tiene un papel decisivo en los triunfos de los caballeros, a los que ampara y orienta en su calidad de hechicero. Al lado del rey Arturo, con sus encantamientos asegura las victorias de las armas, y es el salvador de Logres, el reino fastuoso y justiciero de Arturo. Boron ofrece asimismo una reinterpretación trascendente del nacimiento de Merlín, hijo de un furtivo y taimado demonio, pero que combate del lado de la virtud cristiana, El plan diabólico de quien lo había engendrado, ese íncubo demoníaco que se aprovecha del sueño de una doncella indefensa, concluye en un fracaso completo. Gracias a la piedad de su madre con la ayuda divina, el sabio Merlín no es un abanderado del mal, sino que sirve a los planes del Altísimo, completando la obra de la redención y el triunfo del bien, al orientar el destino virtuoso y noble de la caballería y cooperar en la trasmisión del santo Grial.

National Geographic Historia nº 50

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