EL CICLO MÍTICO LONGOBARDO VII

El Secuestro de Oda

La emperatriz y Oda, creyendo cada palabra de este cuento, hicieron los preparativos para la partida, y pronto se les unió Rother en el muelle, donde su rápida nave estaba lista para zarpar. Todos los Longobardos ya se habían embarcado, y Rother le dio escolta a la princesa a bordo, ordenando a la emperatriz esperar en el muelle hasta que él regresara por ella. Pero tan pronto como él y su bella carga pusieron un pie en cubierta, el navío fue empujado con la mano, y Rother gritó a la afligida emperatriz que él la había engañado para llevarse a su hija, quien se convertiría en la reina Longobarda ahora.

Constantino, a su regreso, estaba por supuesto muy enfadado por haber sido tan ingeniosamente engañado, y en vano trató de idear algún plan para recobrar a su amada hija. Cuando un mago llegó, y le prometió realizar sus deseos, él con agrado lo proveyó de navío y tripulación para navegar a Bari. El mago, disfrazado como un pacífico comerciante, esparció sus mercancías tan pronto como ancló en el puerto, y por una serie de astutas preguntas pronto averiguó que Rother estaba ausente, y que Oda estaba en casa, cuidadosamente protegida por los principales nobles del área. Cuando también supo que uno de estos nobles tenía un niño lisiado, el mago contó a las personas que visitaron su nave para inspeccionar sus mercancías, que el tesoro más precioso en su posesión era una piedra mágica, que, en las manos de la reina, tenía el poder de rehabilitar a los lisiados.

El rumor de esta piedra milagrosa alcanzó a la corte, y el noble
persuadió a la bondadosa reina a que bajara a la nave y probara la eficacia de la piedra. Tan pronto como Oda estuvo a bordo, la el navío fijo la vela, llevándosela de su marido y de regreso a la casa de su padre, donde ella fue bienvenida con grandes demostraciones de alegría.

Rother, regresó de la guerra poco después de su desaparición,
Inmediatamente preparó un barco para seguirla, seleccionando a sus gigantes y los nobles más valientes para acompañarle. Otra vez desembarcó a una corta distancia de Constantinopla, y Rother ordenó a sus hombres esconderse en un matorral, mientras él entró a la ciudad, disfrazado de peregrino, y llevó abajo de su túnica un cuerno de caza, que prometió sonar si se encontrara en peligro.

Él apenas entró a la ciudad se enteró con sorpresa que todos los habitantes parecían enormemente deprimidos. Él les preguntó sobre su evidente tristeza, y le informaron que Imelot, se había escapado de su cautiverio, había invadido el reino, y había jurado que no se retiraría a menos que Oda se casara con su hijo feo y jorobado aquel mismo día.

Leyendas de la Edad Media- Ciclo mítico Longobardo - Capitulo V- H.A. Guerber

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