La leyenda de Rosamund II (continuación)

I. FUNDAMENTOS HISTÓRICOS

1. Los Lombardos. El testimonio coetáneo: San Gregorio de Totirs. El primer historiador: Pablo Diácono. Elementos históricos y legendarios. —Me parece innecesario detenerme aquí en hacer un resumen de la historia de los Lombardos o Longobardos, pueblo bárbaro que con otros invadió, hacia el 570, el norte de Italia . Si la Germania, de Tácito, no es, como alguien cree, una prodigiosa superchería en ella se dan curiosas noticias acerca de su emplazamiento primitivo en el centro de Europa, y de sus costumbres , que con los demás datos aportados por los cronicones medievales, pueden verse ampliamente en las modernas obras de historia universal
El rey Alboino, protagonista de la leyenda de Rosamunda, mató en un combate, siendo aún príncipe, a Turismundo, hijo de Turisendo, rey de los Gépidos —el otro pueblo bárbaro cercano a los Lombardos—, que vino a ser desde este momento implacable enemigo suyo.
Así, al ocupar ambos tronos, Alboino y Cunimundo —hermano del Turisendo muerto por el rey lombardo— no tardó en declararse encarnizada guerra entre los dos países.
Al fin los Lombardos, con sus casi hermanos los Avares, vencieron, y el rey Alboino mató a Cunimundo y redujo a esclavitud a los Gépidos, y entre éstos a Rosamunda, hija y heredera de Cunimundo, con la cual se desposó más tarde.
Con esto llega la historia al momento en que se enlaza la leyenda de que voy a tratar. Y como es en torno a la muerte de Alboino, que acaeció a los tres años y medio de comenzar su reinado —hacia el 570, cuando invade Italia —, o sea alrededor del 573, podemos fijar el desarrollo de los acontecimientos, relatados en la narración, hacia esa fecha poco más o menos.
Es un historiador coetáneo a los hechos, el ilustre galo San Gregorio de Tours, quien trata en su Historiae Francorum de la muerte de Alboino, y acusa de ella a su segunda mujer, si bien no dice el nombre.

La causa se supone que fue el odio de ésta hacia el matador de su padre, y aparece la complicidad activa de un servidor del rey, pero a Alboino le envenenan en vez de acuchillarle, y su mujer y el asesino mueren a manos de los Lombardos, sin que se aluda ni a la copa hecha con el cráneo de Cunimundo, ni al desenlace indicado anteriormente, todo lo cual persistió en las derivaciones posteriores de la leyenda.
Véase el laconismo de este primer texto histórico, del siglo vi, donde ya apunta, aunque sea lejanamente, la leyenda de Rosamunda, con el prestigio de veracidad indudable que le conceden la persona y coetaneidad del autor:

«Alboino vero Longobardorum rex, qui Chlothosinda regis Chlotarii filiam habebat, relicta regione sua, Italiam cum quatuor milium Longobardorum gente petiit. Nam commoto exercitu, cum uxoribus & liberis abiere, illic manere deliberantes. Quam regionem ingressi, máxime per septem annos pervagantes, spoliatis ecclesiis, sacerdotibus interfectis, in suam redigusit potestatem. Mortua autem Clothosinda uxore Alboini, aliam duxit cuniugem: cuius patrem ante paucum tempus interfecerat. Qua de causa mulier in odio rem por virum habens, locum operiebatur, in quo posset iniurias patris ulcisci: unde factum est, ut unun ex familiis concupiscens, virum veneno
necaret: quo defuncto, cum fámulo abiit: sed adprehensi, pariter interfecti sunt. Longobardi de inceps alium super se regem statuunt.»

No conozco texto de esta época que sea más explícito. Es dos siglos después —dos siglos durante los cuales se forja y se desarrolla en torno al testimonio histórico de San Gregorio de Tours un argumento con elementos fantásticos— cuando se encuentra la leyenda de Rosamunda en su forma definitiva, que luego ha de sufrir variaciones más o menos importantes.
El historiador que la relata pertenece ya al siglo VIII. Es el italiano Paulo Warnefrido, llamado comúnmente Pablo el Diácono, porque ostentó esta dignidad eclesiástica, quien en su obra De Gestis Longobardorum , afirma cómo Alboino, después de matar a Cunimundo se hizo una copa, ornamentando de oro y relieves el cráneo del desgraciado rey de los Gépidos. «Esta clase de copas —explica— se llaman entre esta gente scala y en latín patera .





Publicar un comentario

0 Comentarios