Tampoco son extrañas las teofanías de antiguas divinidades escandinavas. Odín suele desempeñar papeles secundarios de importancia nada desdeñable para el desarrollo de la trama, como ocurre en la saga de Odd Flechas, en la Saga de Gautrek, donde su duelo dialéctico con Tor remite a un vetusto repertorio épico de resonancias trágicas. En otras ocasiones, como sucede en la Saga de Egil el manco y Ásmund Matador de Berserkir, la presencia de los antiguos dioses se halla sometida a los parámetros del pensamiento cristiano, por lo que actúan caracterizados de manera grotesca y más próxima a las manifestaciones de la superchería popular.
La acción suele desarrollarse en tierras que remiten a la presencia escandinava durante la época vikinga, como son las Islas Británicas, las costas del Báltico, las estepas rusas, el Mediterráneo, oriente medio, etc., pero también lugares fabulosos conocidos por el público de estos textos, a saber, el País de los Gigantes, el reino del gigante Geirröd, las regiones árticas no exploradas. etc. Situando las tramas en dichos escenarios se conseguía, por una parte, dotar de verosimilitud a la narración y, al tiempo lo fantástico de ciertos episodios mediante la lejanía geográfica, pero, por otra parte, se pretendía instruir al público,lector u oyente, con la descripción de otras tierras y de las costumbres e historias de las gentes que las habitaban, aunque fuera de manera arquetípica y poco fidedigna.
A pesar de que sus argumentos se sitúan, como hemos dicho, en fechas anteriores a las segunda mitad del s. IX, conviene recordar que la sociedad islandesa en la que surgen y son divulgadas estas sagas de los tiempos antiguos está ya cristianizada desde hace más de trescientos años y que por ello la presencia del pensamiento y la moral de dicha religión se hace patente en numerosos textos como en un intento de conjugar el pasado pagano con el presente cristiano de la sociedad islandesa. Incluso en algunas sagas de obispos se recurre a comparaciones entre la mitología clásica grecolatina y la germánica, como ocurre en la Saga de Clemente; o también en la Saga de San Rhorlák, uno de los dos santos de la Islandia cristiana anterior a la Reforma protestante, se cuenta cómo su madre le instruía de niño con narraciones de origen pagano. La tradición erudita cristiana se aprecia en numerosos pasajes en alusiones veladas a los esquemas de las virtudes cardinales, o mediante alegorías y símbolos incorporados a los textos que Gudrun Lange ha analizado exhaustivamente.
Las diversas manifestaciones literarias vernáculas recogidas en Islandia y, en particular, las tradiciones recogidas en las sagas de los tiempos antiguos gozaron en la Escandinavia medieval de gran reputación como fuente de autoridad, a pesar de los inverosímiles episodios que con frecuencia las adornan. De las habilidades narrativas de los islandeses y de sus narraciones y poemas transmitidos oralmente se hacen eco historiadores de los siglos XII y XIII como el noruego Teodorico el Monje o los daneses Sven Aggsen y Saxo Gramático, quien las utiliza y re elabora de manera harto peculiar en ocasiones en su monumental Historia danesa (Gesta danorum).
Conviene, además, señalar que en los siglos XIV y XV, en los que las fornaldarsögur alcanzan su máximo desarrollo y divulgación, la sociedad islandesa experimenta una dramática regresión provocada por la carestía económica, catástrofes naturales y eventos políticos de enorme gravedad. Mitchell saca a colación entre los años 1300 y 1424 sucesos como erupciones del Hekla (1300), terremotos (1308), hambrunas (1321), ausencia total de naves llegadas del continente (1327), epidemias (1420), o carestía y pérdida de vidas humanas (1424).
No es de extrañar, pues, que dicho género constituya una suerte de vía de escape o evasión ante tales circunstancias. En diversos textos hallamos alusiones a la diversión que se pretende lograr con el relato de semejantes historias que combinan ficción con realidad. Un ejemplo evidente de dicha intención lo ofrece el prólogo de la saga de Teodorico de Verona, de temática caballeresca y redactada hacia mediados del siglo XIII.
Algunos pasatiempos implican riesgo para hombres, pero la diversión mediante la narración de sagas o el recitado de poemas no supone ningún gasto ni peligro. De este modo uno puede divertir a muchos hombres que deseen prestar atención. Esta distracción puede concernir a los hombres que quiera; es apropiada tanto para el día como para la noche, haya luz o esté oscuro. Y resulta estúpido calificar de mentira aquello que uno no ha visto ni oído cuando uno no sabe nada más cierto sobre tal asunto....
Testimonio similar ofrece la Saga de Thorgil y Haflidi, incluida en la Saga de los descendientes de Sturla (Sturlunga saga), recitada en unas bodas celebradas en Rykhólar (Islandia) en el verano de 1119:
Sagas islandesas de los tiempos antiguos
La acción suele desarrollarse en tierras que remiten a la presencia escandinava durante la época vikinga, como son las Islas Británicas, las costas del Báltico, las estepas rusas, el Mediterráneo, oriente medio, etc., pero también lugares fabulosos conocidos por el público de estos textos, a saber, el País de los Gigantes, el reino del gigante Geirröd, las regiones árticas no exploradas. etc. Situando las tramas en dichos escenarios se conseguía, por una parte, dotar de verosimilitud a la narración y, al tiempo lo fantástico de ciertos episodios mediante la lejanía geográfica, pero, por otra parte, se pretendía instruir al público,lector u oyente, con la descripción de otras tierras y de las costumbres e historias de las gentes que las habitaban, aunque fuera de manera arquetípica y poco fidedigna.
A pesar de que sus argumentos se sitúan, como hemos dicho, en fechas anteriores a las segunda mitad del s. IX, conviene recordar que la sociedad islandesa en la que surgen y son divulgadas estas sagas de los tiempos antiguos está ya cristianizada desde hace más de trescientos años y que por ello la presencia del pensamiento y la moral de dicha religión se hace patente en numerosos textos como en un intento de conjugar el pasado pagano con el presente cristiano de la sociedad islandesa. Incluso en algunas sagas de obispos se recurre a comparaciones entre la mitología clásica grecolatina y la germánica, como ocurre en la Saga de Clemente; o también en la Saga de San Rhorlák, uno de los dos santos de la Islandia cristiana anterior a la Reforma protestante, se cuenta cómo su madre le instruía de niño con narraciones de origen pagano. La tradición erudita cristiana se aprecia en numerosos pasajes en alusiones veladas a los esquemas de las virtudes cardinales, o mediante alegorías y símbolos incorporados a los textos que Gudrun Lange ha analizado exhaustivamente.
Las diversas manifestaciones literarias vernáculas recogidas en Islandia y, en particular, las tradiciones recogidas en las sagas de los tiempos antiguos gozaron en la Escandinavia medieval de gran reputación como fuente de autoridad, a pesar de los inverosímiles episodios que con frecuencia las adornan. De las habilidades narrativas de los islandeses y de sus narraciones y poemas transmitidos oralmente se hacen eco historiadores de los siglos XII y XIII como el noruego Teodorico el Monje o los daneses Sven Aggsen y Saxo Gramático, quien las utiliza y re elabora de manera harto peculiar en ocasiones en su monumental Historia danesa (Gesta danorum).
Conviene, además, señalar que en los siglos XIV y XV, en los que las fornaldarsögur alcanzan su máximo desarrollo y divulgación, la sociedad islandesa experimenta una dramática regresión provocada por la carestía económica, catástrofes naturales y eventos políticos de enorme gravedad. Mitchell saca a colación entre los años 1300 y 1424 sucesos como erupciones del Hekla (1300), terremotos (1308), hambrunas (1321), ausencia total de naves llegadas del continente (1327), epidemias (1420), o carestía y pérdida de vidas humanas (1424).
No es de extrañar, pues, que dicho género constituya una suerte de vía de escape o evasión ante tales circunstancias. En diversos textos hallamos alusiones a la diversión que se pretende lograr con el relato de semejantes historias que combinan ficción con realidad. Un ejemplo evidente de dicha intención lo ofrece el prólogo de la saga de Teodorico de Verona, de temática caballeresca y redactada hacia mediados del siglo XIII.
Algunos pasatiempos implican riesgo para hombres, pero la diversión mediante la narración de sagas o el recitado de poemas no supone ningún gasto ni peligro. De este modo uno puede divertir a muchos hombres que deseen prestar atención. Esta distracción puede concernir a los hombres que quiera; es apropiada tanto para el día como para la noche, haya luz o esté oscuro. Y resulta estúpido calificar de mentira aquello que uno no ha visto ni oído cuando uno no sabe nada más cierto sobre tal asunto....
Testimonio similar ofrece la Saga de Thorgil y Haflidi, incluida en la Saga de los descendientes de Sturla (Sturlunga saga), recitada en unas bodas celebradas en Rykhólar (Islandia) en el verano de 1119:
Sagas islandesas de los tiempos antiguos
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