Momias Europeas



Luego de unos 1,600 años de su muerte, el ‘‘Rojo Franz’’ conserva mucho de su cabello y barba, aunque las aguas del pantano han teñido el pelo de rojo. A juzgar por las deformidades óseas, parece que pasó gran parte de su vida a caballo. Estudios recientes del cuerpo, hallado hace un siglo en Alemania, han determinado que sobrevivió a una herida de flecha y a la fractura de un hombro, y que murió degollado.



Recientes estudios de la ‘‘niña’’ de Windeby, junto con pruebas preliminares de ADN, revelaron que probablemente fuera un varón. El vello corporal, que en principio se creyó había sido afeitado para señalar a la joven como adúltera, tal vez fue arrancado por las paletas de los arqueólogos. La tira de tela que rodea el rostro, inicialmente interpretada como mordaza o venda de ojos utilizada durante la tortura, se considera ahora nada más un elemento para cubrir los ojos del cadáver. Vestido con una capa de cuero forrada con pieles, el niño fue enterrado en un pantano del norte de Alemania.


El mismo pantano danés que, durante 2,500 años, preservó las extremidades, manos y pies de la Mujer de Borremose, quizá terminó por aplastarle el rostro y hacer que desaparecieran sus rasgos. La mujer de 25 a 30 años fue envuelta en una falda después de su muerte, quizá debida a un golpe en la parte posterior de la cabeza, y depositada en una turbera cerca de los restos de un infante. Las aguas del pantano, ricas en tanino, evitaron la descomposición de su piel, músculos y tendones, pero es posible que el peso de la turba haya fracturado los huesos, explicando así las lesiones que los investigadores inicialmente creyeron causadas por sus verdugos.



Trenzado con elegancia, el cabello del Hombre de Osterby, cuerpo extraído de un pantano del norte de Alemania, está enroscado en un estilo de la Edad de Hierro denominado nudo swabiano. El historiador romano Tácito escribió que los hombres libres que pertenecían a un grupo llamado suevio llevaban el cabello de esa manera, y que los guerreros jóvenes de otras tribus germánicas copiaron el estilo. ‘‘Así visten cuando van a guerrear –escribió Tácito–, y decoran sus cabezas para aumentar en estatura y terror a los ojos del enemigo’’.





El Hombre de Oldcroghan fue encontrado sin piernas ni cabeza al pie de una colina que marca una frontera irlandesa de la antigüedad. En la actualidad convergen allí dos aldeas al oeste de Dublín. Hace dos mil años, la zona sirvió de frontera entre dos reinos –los territorios de Tuath Cruachain y Tuagh na Cille. Eamonn Kelly, guardián de antigüedades irlandesas en el Museo Nacional de Irlanda, opina que el Hombre de Oldcroghan fue sacrificado a una diosa de la fertilidad durante la inauguración de un nuevo monarca, para luego desmembrarlo y dispersar sus pedazos por la frontera del reino a fin de llevar protección y prosperidad.



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