Los tres pecados de Starcatherus - G. Dúmezil - conclusiones

No hace falta comentario para percibir lo que anunciábamos: si las "tres vidas" en el relato de Saxo no están claramente separadas, la predicción de Othinus obliga sin embargo a distribuir entre ellas las tres fechorías, a razón de una por vida, y a considerar las fechorías, cuando menos las dos últimas, como momentos esenciales, razón de ser de las vidas suplementarias concedidas al héroe. Y estas fechorías - sacrificio criminal, huida vergonzosa del campo de batalla, asesinato venal - participan por cierto, en orden descendente, de las tres funciones.

No pueden prevalecer contra la evidencia de esta estructura los resultados de la crítica anterior. En particular, dejará de considerarse que las muertes de Wicarus y de Olo son dobletes, y de preguntarse cuál sirvió de modelo a la otra. Ya no se dirá de estos dos relatos, con uno de los más recientes comentadores: "Beide Können nicht derselben Erzählungsschicht angehören, und man kann nicht zweimal ganz unabhängig Starkad zum Mörder des eigenen Herrn gemacht haben".

La única dificultad que encuentra la explicación propuesta está en otro rumbo. Aunque no cuente el presente ensayo con tratar en conjunto el personaje de Starkadr, atañe a puntos demasiado importantes para no señalarla rápidamente. Concierne a las relaciones de Starkadr con los dioses Oðinn y Þórr.

En la narración de Saxo, estas relaciones son simples y satisfactorias: Starcatherus que, en su comportamiento, es tan diferente de los Sigurdr, de los Helgi y en general de los "héroes de Oðinn" no debe a Othinus, en efecto lo esencial de lo que es, si Othinus le concede dones notables y ambiguos, fue antes Þórr quien lo rescató de la forma monstruosa con que naciera y quien, mediante una cirugía tan ruda como benevolente, hizo de él un hombre extraordinariamente fuerte, pero hombre. Su carácter, el tipo de sus hazañas, concuerdan con este origen: sus enormes cóleras y sus violencias, su humor vagabundo y la predilección con que busca aquello que entre los hombres más se asemeja a los gigantes (el terrible gladiator Wisinnus en Ruscia, el gigas Tanna en Bizancio, el athleta Wase en Polonia, el sajón Hama qui gymnicis palmis clarissimus habebatur ...), también la constancia con que se empeña en mantenerse en rango subordinado, especie de Þræll rindiendo homenaje y sacando la moraleja al arl - en una palabra, sus principales rasgos, aparte la sobriedad, parecen venirle de su ilustre padrino. No siquiera los buenos sentimientos que profesa Starcatherus a favor de los agricultores, y sólo de ellos entre los "seres de tercera función" ( detesta a los orfebres, desdeña a los servidores, los lacayos, las mujeres, la riqueza...), dejan de recordar un carácter cierto del dios tonante. Así Starcatherus se nos presenta como un ser del cual no hay muchos ejemplos en la literatura escandinava: "un héroe de Þórr".

La intervención de Othinus en su vida es de otra índole y como se la esperaría del dios soberano: fija libremente y solo el destino de los individuos y les distribuye dones de naturaleza. Taimado, tortuoso, inquietante, incluso malo, no es sorprendente que envenene sus larguezas y no conceda la longevidad si no es mediando las fechorías: semejante mezcolanza es muy de su manera y además la primera fechoría, el sacrificio de Wicarus, es aquí lo único que le interesa, solo motivo de su intervención y de sus dones. Por último, las relaciones del dios y el héroe son efímeras: una vez consumada la muerte de Wicarus, Starcatherus ya no le debe nada a Othinus.

Esta enseñanza es inapreciable: a los dos tipos de dioses guerreros que ilustraban, sin duda, en época pre védica, Väyu e Indra, que el RgVeda combinó bajo el nombre de Indra, pero cuya distinción atestiguan hasta en la epopeya los héroes Bhima y Arjuna, hijos suyos, corresponden, en la mitología escandinava, Þórr y Oðinn, pero por un efecto del fenómeno tan característico de las religiones germánicas que es el desbordamiento de la función guerrera sobre el nivel soberano. Oðinn, dios soberano, sin perder sus rasgos de tal dios - únicos con los que interviene en la carrera de Starcatherus- se ha anexado también un aspecto brillante de la función guerrera, del que los Einherjar en el otro mundo, los héroes como Sigurdr y Helgi en éste, dan la imagen. Þórr no debe casi nada a este aspecto y desenvuelve al contrario el otro, el que Starcatherus encarna en la epopeya, vertido ya excelentemente por la interpretatio "Hercules" hecha por Tácito del "Donner" continental de su tiempo.

Es aquí donde surge la dificultad. El cuadro dado por Saxo del nacimiento de Starcatherus hasta la muerte de Wicarus inclusive, no concuerda con los otros documentos, los dos documentos en lengua escandinava que siguen la pista a los mismos hechos iniciales, el poema que es intitulado Víkarsbálkr, "el episodio de Víkkar", y el pasaje en prosa de la Gautrekssaga lleva la ventaja: poco informado de los rituales paganos, Saxo ha entendido mal y expuesto torpemente el escenario del sacrificio de Víkarr, en tanto que el sagamadr lo dibuja claramente, con el doble gesto de consagración - el ahorcamiento y el lanzazo- y el doble simulacro de Starkadr, el doble milagro de Oðinn correspondientes - el nudo corredizo de tripa que se endurece de súbito como metal, la caña que se transforma en lanza. pero esto nada cambia del curso de los acontecimientos, del papel y la responsabilidad de Starkadr. La diferencia esencial, como anunciamos, está en los papeles de Þórr y de Oðinn.

En una palabra, la Gautrekssaga hace de Starkadr un héroe odínico, sin día siguiente, por lo demás y atribuye a la voluntad de Þórr todo el mal hecho por el héroe y las deficiencias que lo afectan. Digamos en seguida que hay razones a priori - luego veremos otras - para pensar que, en estos dos puntos complementarios, la versión de la saga, tan novelesca, es una alteración de la que nos han dado a conocer los Gesta Danorum. Los motivos y los medios de esta alteración se definen fácilmente: por una parte, cuidado de apartar del héroe un nacimiento demasiado fabuloso y monstruoso, reducción - por otra parte - de un tipo escaso ("héroe de Þórr") al único tipo usual en las agas ("héroe odínico"), y por último aprovechamiento, recurso a un motivo folklórico bien conocido pero de espíritu poco germánico, en el que el destino de un personaje es regido por los dones preciosos de una o varias "hadas buenas" (aquí Oðinn) que compensan las restricciones de un "hada mala" (aquí Þórr).

Fuente:
El destino del guerrero- George Dúmezil
traducción de Juan Almela-
Siglo XXI editores



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