Preludio- Acto III

Acto III

En la cumbre de una montaƱa rocosa. A la derecha un bosque de abetos. A la izquierda, la boca de una gruta que forma una sala natural: por encima de ella se eleva la peƱa hasta su picacho mƔs alto. Hacia detrƔs rocas de diferente altura flanquean la orilla de la cuesta que desciende escarpadamente hacia el foro. Masas de nubes dispersas corren por delante del borde de las rocas, como empujadas por la tormenta. Gerhilde, Ortlinde, Waltraute y Schwertleite han acampado en el picacho que hay encima de la gruta; van completamente armadas.

ACTO III

Escena Primera

GERHILDE
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heyaha! ¡Heyaha!
¡Helmwige! ¡AquĆ­!
¡Ven acĆ” con el corcel!

VOZ DE HELMWIGE
¡Hojotoho! ¡Hojotoho! ¡Heyaha!

(En el nubarrón estalla el resplandor
de un rayo; en Ʃl se hace visible una
walkyria a caballo: sobre su silla
cuelga un guerrero muerto)

GERHILDE, WALTRAUTE,
SCHWERTLEITE
¡Heyaha! ¡Heyaha!

ORTLINDE
Lleva a tu garañón junto a la yegua
de Ortlinde:
con mi ruana
pace a gusto tu bayo.

WALTRAUTE
¿QuĆ© cuelga de tu silla?

HELMWIGE
¡Sintolt, el heguelingo!

SCHWERTLEITE
Conduce tu bayo
lejos de la ruana:
la yegua de Ortlinde
lleva a Wittig, el irmingo.

GERHILDE
¡Siempre habĆ­a visto luchar
a Sintolt y Wittig!

ORTLINDE
¡Heyaha!
¡A la yegua ataca el garañón!

GERHILDE
¡La querella de los hĆ©roes
enemista a los corceles!

HELMWIGE
¡Calma, bayo!
¡No rompas la paz!

WALTRAUTE
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Siegrune, aquĆ­!
¿Dónde te demoraste tanto?

VOZ DE SIEGRUNE
¡He tenido que hacer!
¿EstĆ”n ya las otras?

SCHWERTLEITE, WALTRAUTE
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heyaha!

GERHILDE
¡Heyaha!

GRIMGERDE, ROSSWEISSE
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heyaha!

WALTRAUTE, SCHWERTLEITE
¡Grimgerde y Rossweisse!

SCHWERTLEITE
¡Cabalgan aparejadas!

HELMWIGE, ORTLINDE,
SIEGRUNE
¡Salve, aguerridas!
¡Rossweisse y Grimgerde!

VOCES DE GRIMGERDE,
ROSSWEISSE
¡Hojotoho! ¡Hojotoho! ¡Heyaha!

LAS OTRAS SEIS
WALKYRIAS
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Heyaha, heyaha!

GERHILDE
¡Al bosque los caballos,
que descansen y pasten!

ORTLINDE
¡Apartad los corceles
unos de otros,
hasta que se aplaque el odio
de nuestros hƩroes!

HELMWIGE
¡La furia de los hĆ©roes
ha sufrido la ruana!
ROSSWEISSE, GRIMGERDE
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!

LAS OTRAS SEIS
WALKYRIAS
¡Bienvenidas! ¡Bienvenidas!

SCHWERTLEITE
¿Estuvisteis juntas, osadas?

GRIMGERDE
Cabalgamos separadas,
y nos hemos encontrado.

ROSSWEISSE
Si ya estamos todas reunidas,
no nos demoraremos mƔs,
partamos hacia el Walhalla,
para llevarle a Wotan los hƩroes.

HELMWIGE
Sólo somos ocho,
aĆŗn falta una.

GERHILDE
Falta Brunilda
con el trigueƱo welsungo.

WALTRAUTE
Tendremos que esperarla;
¡el Padre de los Combates
nos saludarĆ­a airado
si nos viera acercarnos sin ella!

SIEGRUNE
(en la atalaya rocosa, desde donde
escruta la lejanĆ­a)
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Para acĆ”! ¡Para acĆ”!
En frenƩtica cabalgada
corre Brunilda hacia aquĆ­.

LAS OCHO WALKYRIAS
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!
¡Brunilda! ¡Hey!

WALTRAUTE
Hacia el abetal conduce
al tambaleante corcel.

GRIMGERDE
¡Cómo resopla Grane
por tan rƔpido galope!

ROSSWEISSE
¡JamĆ”s vi a walkyrias cabalgar
tan veloces!

ORTLINDE
¿QuĆ© cuelga de su silla?

HELMWIGE
¡Eso no es un hĆ©roe!

SIEGRUNE
Trae una mujer.

GERHILDE
¿Cómo la encontró?

SCHWERTLEITE
¡Con ningĆŗn grito
saluda a sus hermanas!

WALTRAUTE
¡Heyaha, Brunilda!
¿No nos oyes?

ORTLINDE
¡Ayudad a la hermana
a bajar del corcel!

HELMWIGE, GERHILDE,
SIEGRUNE, ROSSWEISSE
¡Hojotoho! ¡Hojotoho!

ORTLINDE, WALTRAUTE,
GRIMGERDE, SCHWERTLEITE
¡Heyaha!

WALTRAUTE
¡Al suelo se precipita Grane,
el fuerte!

GRIMGERDE
De la silla baja ella veloz
a la mujer.

ORTLINDE, WALTRAUTE,
GRIMGERDE, SCHWERTLEITE
¡Hermana! ¡Hermana!
¿QuĆ© ha sucedido?

(entra Brunilda sosteniendo y
guiando a Sieglinde)

BRUNILDA
¡Protegedme y ayudadme
en la extrema necesidad!

LAS OCHO WALKYRIAS
¿Desde dónde cabalgas hacia aquĆ­
con tanta prisa?
¡AsĆ­ vuela sólo quien huye!

BRUNILDA
Por primera vez huyo
y soy perseguida:
el Padre de los EjƩrcitos me da caza.

LAS OCHO WALKYRIAS
¿EstĆ”s en tu juicio? ¡Habla! ¡Dinos!
¿Te persigue
el Padre de los EjƩrcitos?
¿Huyes de Ć©l?
BRUNILDA
(se vuelve angustiada, para
escrutar el horizonte, y regresa)
¡Oh, hermanas,
vigilad desde el pico de la montaƱa!
Mirad al norte si se acerca
el padre de los Combates.
¡Deprisa! ¿Le veis ya?

(Ortlinde y Waltraute corren a la
atalaya en el picacho)

ORTLINDE
Una tormenta se acerca
desde el norte.

WALTRAUTE
¡Densos nubarrones
se acumulan allĆ­!

LAS OTRAS SEIS
WALKYRIAS
¡El Padre de los EjĆ©rcitos
monta su sagrado corcel!

BRUNILDA
¡El salvaje cazador que
furiosamente me da caza,
se acerca, se aproxima por el norte!
¡Protegedme, hermanas!
¡Salvad a esta mujer!

SEIS WALKYRIAS
¿QuĆ© le ocurre a esta mujer?

BRUNILDA
OĆ­dme aprisa:
es Sieglinde,
hermana y novia de Siegmund;
contra los welsungos
brama de rabia Wotan;
al hermano debĆ­a arrebatarle hoy
Brunilda la victoria;
pero protegĆ­ a Siegmund
con mi escudo,
desafiando al dios;
él mismo lo atravesó
con su lanza;
Siegmund cayó;
pero yo huĆ­ lejos
con la mujer.
Para salvarla,
corrĆ­ a reunirme con vosotras,
¡y tambiĆ©n, atemorizada,
para que me protejƔis
del castigo!

SEIS WALKYRIAS
Enloquecida hermana,
¿quĆ© hiciste?
¡Ay de ti! ¡Brunilda! ¡Ay de ti!
¿Rompió desobediente Brunilda
la sagrada orden
del Padre de los EjƩrcitos?

WALTRAUTE
(desde la atalaya)
La oscuridad
desciende desde el norte.

ORTLINDE
(igual)
Furiosamente avanza
hacia aquĆ­ la tormenta.

ROSSWEISSE, GRIMGERDE,
SCHWERTLEITE
¡Salvaje relincha el corcel
del Padre de los Combates!

HELMWIGE, GERHILDE,
SIEGRUNE
¡Terrible resopla acercĆ”ndose!

BRUNILDA
Ay de la mĆ­sera
si Wotan la encuentra:
¡amenaza con aniquilar
a todos los welsungos!
¿QuiĆ©n de vosotras me dejarĆ”
el mƔs ligero corcel,
que veloz aleje a la mujer?

SIEGRUNE
¿TambiĆ©n nos aconsejas
loco desafĆ­o?

BRUNILDA
¡Rossweisse, hermana,
prƩstame tu caballo!

ROSSWEISSE
JamÔs huyó
ante el Padre de los Combates.

BRUNILDA
¡Helmwige, escĆŗchame!

HELMWIGE
Obedezco al padre.

BRUNILDA
¡Grimgerde! ¡Gerhilde!
¡Cededme vuestro corcel!
¡Schwertleite! ¡Siegrune!
¡Ved mi angustia!
¡Oh, sedme fieles,
como yo lo fui a vosotras!
¡Salvad a esta pobre mujer!

SIEGLINDE
(que hasta ahora ha permanecido
sombrĆ­a y frĆ­a, con la mirada fija
delante de sĆ­, se sobresalta con un
gesto de rechazo cuando Brunilda
la abraza como para protegerla)
No sufras por mĆ­:
sólo me conviene la muerte.
¿QuiĆ©n te ordenó, virgen,
sustraerme al combate?
AllĆ­, en la liza,
hubiera recibido el golpe
de la misma arma
que abatió a Siegmund:
¡el fin hubiera encontrado
junto a Ʃl!
¡Lejos de Siegmund, de Siegmund,
estoy ahora!
¡EstarĆ­amos unidos por la muerte!
Si no debo maldecirte,
virgen, por haberme salvado,
oye, entonces,
mi sĆŗplica:
¡clĆ”vame tu espada en el corazón!
BRUNILDA
¡Vive, oh mujer,
por el bien de tu amor!
Salva la prenda
que recibiste de Ʃl:
¡un welsungo crece en tu seno!

SIEGLINDE
(de inmediato su rostro resplandece
de alegrĆ­a)
¡SĆ”lvame, osada!
¡Salva a mi hijo!
¡Concededme, vĆ­rgenes,
vuestra poderosa protección!

WALTRAUTE
(desde la atalaya)
¡Ya llega la tormenta!

ORTLINDE
(igual)
¡Huya quien la tema!

LAS OTRAS SEIS
WALKYRIAS
¡LlĆ©vate a la mujer,
si la amenaza un peligro!
¡Ninguna de las walkyrias
osarĆ” protegerla!

SIEGLINDE
¡SĆ”lvame, virgen!
¡Salva a la madre!

BRUNILDA
¡AsĆ­ pues, huye deprisa,
y huye sola!
Yo me quedo,
me ofrecerƩ a la venganza de Wotan:
retendrƩ aquƭ junto a mƭ
al airado,
mientras tĆŗ escapas a su rabia.

SIEGLINDE
¿A dónde debo dirigirme?

BRUNILDA
¿CuĆ”l de vosotras, hermanas,
conoce el este?

SIEGRUNE, ROSSWEISSE
Hacia el este, a lo lejos,
se extiende un bosque:
el tesoro de los nibelungos
se llevó hasta allí Fafner.

SCHWERTLEITE, HELMWIGE
Figura de reptil
adoptó el salvaje;
¡en una cueva guarda
el anillo de Alberich!

GRIMGERDE
No es aquƩl lugar seguro
para una mujer indefensa.

BRUNILDA
Pero seguramente el bosque
la protegerĆ” de la furia de Wotan;
el poderoso le teme,
y evita el lugar.

WALTRAUTE
(desde la atalaya)
¡Airado se acerca Wotan
hacia la roca!

LAS SEIS WALKYRIAS
¡Brunilda, escucha el fragor
de su llegada!

BRUNILDA
¡Vete lejos,
rumbo al este!
Con valiente obstinación
soporta todas las fatigas,
hambre y sed, zarzas y piedras;
¡rĆ­e si la necesidad,
si el sufrimiento te maltrata!
Debes saber una cosa
y defenderla siempre:
¡al mĆ”s sublime
hƩroe del mundo
cobijas tĆŗ, oh mujer,
en el seno protector!

(Extrae los pedazos de la espada
de Siegmund de debajo de su
coraza y se los alarga a
Sieglinde)

GuƔrdale bien
los fuertes pedazos de la espada:
del campo de batalla de su padre
los sustraje felizmente.
El que, de nuevo forjada,
blandirĆ” un dĆ­a la espada,
reciba de mĆ­ su nombre:
¡"Sigfrido", la alegre victoria!
SIEGLINDE
¡Virgen magnĆ­fica!
¡A ti, fiel,
debo sagrado consuelo!
Por Ʃl,
por el que nosotras amƔbamos,
salvarƩ yo lo mƔs amado:
¡sonrĆ­ate algĆŗn dĆ­a
la recompensa de mi gratitud!
¡Adiós!
¡Te bendice el dolor de Sieglinde!

(corre fuera, por el proscenio a la
derecha. La montaƱa rocosa estƔ
rodeada por negros nubarrones
tormentosos; terrible tempestad
ruge desde el foro; creciente
resplandor Ć­gneo a la derecha,
tambiƩn desde el foro)

VOZ DE WOTAN
¡DetĆ©nte, Brunilda!

ORTLINDE, WALTRAUTE
(bajando de la atalaya)
¡La roca alcanzaron
corcel y jinete!

LAS OCHO WALKYRIAS
¡Ay de ti, Brunilda!
¡Te ha alcanzado la venganza!

BRUNILDA
¡Ay, hermanas, ayudadme,
me tiembla el corazón!
Su cólera me destrozarÔ,
si vuestra protección no le aplaca.

LAS WALKYRIAS
¡Por aquĆ­, perdida!
¡No te dejes ver,
arrĆ­mate a nosotras
y no contestes a la llamada!
¡Ay dolor!
¡Furioso descabalga Wotan
el corcel!
¡Hacia aquĆ­ apresura
sus vengativos pasos!
Escena Segunda

(Wotan entra viniendo del abetal
con extrema excitación colérica)

WOTAN
¿Dónde estĆ” Brunilda?
¿Dónde, la criminal?
¿OsĆ”is ocultarme
a la malvada?

LAS OCHO WALKYRIAS
¡Terrible ruge tu furia!
¿QuĆ© hicieron,
padre, tus hijas,
para que estƩs tan furioso?

WOTAN
¿QuerĆ©is burlaros de mĆ­?
¡Guardaos, insolentes!
Lo sƩ:
me ocultƔis a Brunilda.
Apartaos de ella;
sea arrojada para siempre,
como ella arrojó de sí
su estima.

ROSSWEISSE
Ha buscado refugio a nuestro lado,
la perseguida.

LAS OCHO WALKYRIAS
¡Imploró nuestra protección!
Tu cólera la llena
de terror y de espanto:
por la angustiada hermana
te rogamos ahora
que domines tu cólera.
¡DĆ©jate ablandar por ella,
modera tu enojo!

WOTAN
¡Blandengue ralea de mujeres!
¿Tan dĆ©bil Ć”nimo recibisteis de mi?
¿Os criĆ© arrojadas,
educandoos para la lucha,
hice vuestros corazones
duros y fieros,
para que ahora, salvajes,
llorƩis y gimoteƩis
cuando mi cólera castiga
a una infiel?
Sabed, pues, lloronas,
lo que cometió
Ʃsa por la que, cobardes,
se inflaman vuestros corazones:
nadie conocĆ­a
como ella mi Ć­ntimo pesar;
¡nadie conocĆ­a como ella
la fuente de mi voluntad!
Ella misma era
la encarnación
de mis propios deseos,
¡y ahora ha roto
tan dichosa unión,
pues infielmente
se ha opuesto a mi voluntad,
de mi orden soberana
se ha burlado abiertamente.
¡contra mĆ­ ha vuelto sus armas
que mi deseo hizo para ella sola!
¿Oyes, Brunilda?
¿TĆŗ, a quien prestĆ©
coraza, yelmo y favor,
nombre y vida?
¿Oyes elevarse mi acusación
y te ocultas, medrosa, del acusador,
para escapar al castigo
cobardemente?
BRUNILDA
¡AquĆ­ estoy, padre!
¡Impón el castigo!

WOTAN
No soy yo quien te castiga,
tú te impondrÔs el castigo.
Existías sólo por mi voluntad,
pero contra mĆ­
has querido rebelarte;
ejecutabas únicamente mis órdenes,
pero te has opuesto a lo ordenado;
virgen del deseo eras para mĆ­,
pero te has opuesto a mis deseos,
portadora del escudo eras para mĆ­,
pero el escudo contra mĆ­
has levantado;
electora del destino
eras para mĆ­,
pero el destino has elegido
contra mi voluntad:
te encarguƩ infundir valor
a los hƩroes
pero tĆŗ has lanzado
a los hƩroes contra mƭ.
Wotan te ha dicho
lo que antes fuiste.
Lo que ahora eres,
dĆ­telo tĆŗ misma.
Nunca mƔs serƔs
virgen de mi deseo;
dejarƔs de ser walkyria:
¡sĆ© de ahora en adelante
lo que ya sólo puedes ser!

BRUNILDA
¿Me repudias?
¿Te he entendido bien?

WOTAN
Nunca mƔs te enviarƩ
desde el Walhalla;
nunca mƔs buscarƔs hƩroes
entre los combatientes;
nunca mƔs guiarƔs vencedores
a mi sala.
En el Ć­ntimo banquete
de los dioses,
nunca mƔs me ofrecerƔs
graciosamente la bebida.
Nunca mƔs besarƩ
tu boca virginal;
de la divina tropa
estƔs separada,
apartada de la estirpe
de los eternos;
¡rota estĆ” nuestra unión,
de mi vista estƔs desterrada!

LAS WALKYRIAS
¡Dolor! ¡Desdicha!
¡Hermana, ay, hermana!

BRUNILDA
¿Me quitas todo
lo que un dĆ­a me diste?

WOTAN
¡Quien te dio poderes te los arrebata!
Aquƭ en la montaƱa te encantarƩ,
en sueƱo indefenso te sumirƩ;
¡que tome despuĆ©s a la virgen
el hombre
que en el camino la encuentre
y la despierte!

LAS OCHO WALKYRIAS
¡DetĆ©nte, oh padre!
¡DetĆ©n la maldición!
¿Debe marchitarse la virgen
antes que el hombre?
¡Oye nuestra sĆŗplica!
¡Terrible dios!
¡Ay, aparta de ella
el mortificante ultraje!
¡Como a la hermana,
nos alcanzarĆ” su afrenta!

WOTAN
¿No oĆ­steis lo que dispuse?
De vuestra tropa estĆ” separada
la hermana desleal;
con vosotras no cabalgarĆ”
nunca mƔs por los aires;
la flor virginal
se marchitarĆ” en la doncella;
un esposo ganarĆ”
sus favores femeninos;
¡en adelante
obedecerĆ” al hombre
que sea su dueƱo,
junto al hogar
se sentarĆ” e hilarĆ”,
y serĆ” objeto
de todas las burlas!
(Brunilda cae al suelo con un grito;
espantadas, las walkyrias se
apartan de ella con gran alboroto
y precipitación)

¿Os asusta su destino?
¡Entonces, escapad de la perdida!
¡Apartaos de ella
y manteneos lejos!
Quien de vosotras osara
quedarse con ella,
quien, desafiƔndome,
defienda a la desdichada,
esa loca compartirĆ” su suerte:
¡esto advierto a la temeraria!
¡Ahora, fuera de aquĆ­, evitad la roca!
¡Lejos de aquĆ­ huid presto;
si no, aquĆ­ os aguarda
la desdicha!

LAS WALKYRIAS
¡Oh dolor! ¡Oh dolor!

(se dispersan con salvajes gritos
y se precipitan en rƔpida huida
hacia el abetal)
Escena Tercera

BRUNILDA
¿Fue tan infame
lo que cometĆ­,
que castigas
tan vergonzosamente
mi crimen?
¿Fue tan bajo lo que te hice,
que me humillas
tan profundamente?
¿Fue tan deshonroso
lo que perpetrƩ,
que mi falta
te roba ahora la honra?
¡Oh, di, padre!
MĆ­rame a los ojos:
calma la cólera,
reprime el furor,
y explĆ­came claramente
quƩ oscura culpa
con rígida obstinación te obliga
a repudiar a tu mƔs querida hija.

WOTAN
¡Medita en lo que has hecho;
y ello te explicarĆ” tu culpa!

BRUNILDA
EjecutƩ
tu orden.

WOTAN
¿Te ordenĆ© yo pelear
por el welsungo?

BRUNILDA
Eso me ordenaste
como seƱor de las batallas.

WOTAN
¡Pero despuĆ©s
retirƩ mi orden!

BRUNILDA
Cuando Fricka
te enajenó el pensamiento,
pues al someterte tĆŗ al suyo,
fuiste tu propio enemigo.

WOTAN
Que me habĆ­as comprendido,
imaginaba yo,
castigo el desafĆ­o consciente:
¡pero tĆŗ me juzgaste
cobarde y necio!
¿No deberĆ­a vengar la traición?
¿Eras demasiado insignificante
para provocar mi cólera?

BRUNILDA
No soy sabia,
pero yo sabĆ­a una cosa:
que tĆŗ amabas al welsungo.
Yo sabĆ­a el dilema
que te obligaba
a olvidar eso completamente.
Tuviste que ver Ćŗnicamente lo otro,
lo que laceraba tan acerbamente
tu corazón:
tenerle que negar a Siegmund
tu protección.

WOTAN
¿Lo sabĆ­as y, no obstante,
osaste protegerle?

BRUNILDA
¡Porque yo sólo tenĆ­a
delante de los ojos
tu voluntad inicial,
aquella a la que,
forzado por otros,
debiste renunciar!
La que sigue en el combate
siendo escudo de Wotan,
vio lo que tĆŗ no viste:
Ćŗnicamente veĆ­a a Siegmund.
AnunciƔndole la muerte,
comparecƭ ante Ʃl,
descubrĆ­ sus ojos,
oĆ­ sus palabras;
percibĆ­ la sagrada necesidad
del hƩroe;
escuchƩ la queja del mƔs bravo:
¡la terrible pena del mĆ”s libre
de los enamorados,
el desafĆ­o
del mƔs audaz desdichado!
Resonó en mis oídos,
mis ojos
vieron lo que hondo,
en el pecho,
me hizo temblar el corazón
con sagrado temor.
TĆ­mida y asombrada,
estaba allĆ­,
avergonzada.
En servirle pude
sólo ya pensar:
en compartir con Siegmund
la victoria o la muerte;
¡sólo esto podĆ­a yo elegir
como destino!
Por aquel que inspiró ese amor,
Ć­ntimamente fiel a la voluntad
que me unió al welsungo,
me opuse a tu orden.
WOTAN
AsĆ­, hiciste lo que yo deseaba
hacer de buen grado,
¡eso que la necesidad obligó
a no hacer!
¿Tan fĆ”ciles creĆ­as
las delicias del amor;
el dolo me rompía el corazón,
me causaba rabia detener,
para bien de un mundo,
la fuente del amor;
en mi corazón torturado?
Mientras me volvĆ­a
contra mĆ­ mismo,
rabioso por mi impotencia;
mientras encendido
y furioso deseo
despertaba en mĆ­
la terrible voluntad
de enterrar mi eterna tristeza
entre las ruinas
de mi propio mundo,
tĆŗ te confortabas dulcemente
y hallaste celestial consuelo,
te embriagaron los encantos
del amor,
mientras a mĆ­,
mi propio amor divino
me procuraba
tan sólo amarguras.
DƩjate guiar, pues,
por tu despreocupado
entendimiento;
te has separado de mĆ­.
Tengo que evitarte:
ya no puedo confiar en ti;
separados, no podremos
nunca mƔs obrar
de comĆŗn acuerdo;
¡mientras te duren
el aliento y la vida,
ya no podrƔs encontrar al dios!

BRUNILDA
Tal vez no te fue Ćŗtil
la alocada muchacha
que, asombrada,
no te comprendió tu consejo;
mi inteligencia
sólo me aconsejó una cosa:
amar lo que tĆŗ amabas.
Si tengo, pues, que separarme de ti
y evitarte, temerosa,
si tienes que dividir
lo antes indivisible,
mantener lejos de ti
a tu propia mitad,
que ademƔs te pertenecƭa por entero,
¡oh, dios, no me olvides!
¡No deshonres a una parte
de tu eternidad,
no quieras que la vergüenza
la ultraje!
¡TĆŗ mismo te hundirĆ­as
viƩndote objeto de escarnio!
WOTAN
Te sometiste dichosa
al poder del amor:
¡sigue ahora a aquel
al que habrƔs de amar!

BRUNILDA
Si debo abandonar el Walhalla,
nunca mƔs obrar
y dominar contigo,
obedecer en adelante
al hombre altivo,
no me des en premio
a un jactancioso cobarde.
¡Que no sea indigno
quien me gane!

WOTAN
Te has apartado
del Padre de los Combates:
no puede elegir Ʃl por ti.

BRUNILDA
TĆŗ engendraste una noble estirpe,
de ella jamƔs podrƔ nacer un cobarde:
el mƔs sagrado hƩroe,
yo lo sƩ, florecerƔ
en el tronco de los welsungos.

WOTAN
¡No hables del tronco
de los welsungos!
Al separarme de ti, me separƩ de Ʃl;
la envidia exigía su aniquilación.

BRUNILDA
Al separarme de ti,
lo he salvado.
Sieglinde cuida
el mƔs sagrado fruto;
entre dolores y penas
como jamÔs sufrió mujer alguna,
darĆ” luz
a lo que cobija temerosa.

WOTAN
¡JamĆ”s busques en mĆ­
protección para la mujer
ni para el fruto de su cuerpo!

BRUNILDA
Ella conserva la espada
que hiciste para Siegmund.

WOTAN
¡Y que rompĆ­ en pedazos!
No pretendas,
oh virgen,
turbar mi Ɣnimo;
aguarda tu destino;
¡no puedo elegirlo para ti!
Pero ahora
tengo que partir,
marchar lejos;
ya me he detenido demasiado;
me aparto de la descarriada,
no puedo saber
lo que ya desea;
¡sólo quiero ver cumplido
su castigo!

BRUNILDA
¿QuĆ© has ordenado
que yo sufra?

WOTAN
Te sumirƩ en un profundo sueƱo;
¡quien despierte a la indefensa,
la harĆ”, al volverla a la vida,
su mujer!

BRUNILDA
Si debo entregarme al sueƱo,
para ser fƔcil botƭn
del mƔs cobarde de los hombres,
al menos
concƩdeme una cosa,
y te lo pido solemnemente.
¡Protege a la durmiente
con disuasorios temores,
para que sólo un héroe
libre y sin miedo
me encuentre un dĆ­a aquĆ­,
en la roca!

WOTAN
¡Pides demasiado,
demasiada gracia!

BRUNILDA
¡Al menos
tienes que concederme esto!
Aplasta a tu hija,
que abraza tus rodillas;
pisotea a la fiel,
destruye a la virgen,
los restos de su cuerpo
deshaga tu lanza,
¡pero no la entregues, cruel,
al mƔs ultrajante oprobio!
¡Manda que arda un fuego,
rodee la roca
ardiente llamarada;
lama su lengua,
muerdan sus dientes
al cobarde que, insolente,
se atreva a acercarse
al amedrentador peƱasco!
WOTAN
¡Adiós, osada, magnĆ­fica niƱa!
¡TĆŗ, de mi corazón
el mƔs sagrado orgullo!
¡Adiós! ¡Adiós! ¡Adiós!
Si he de evitarte
y no puedo volverte a ver,
recibe, amoroso, mi saludo;
si nunca mƔs debes cabalgar
a mi lado,
ni presentarme la hidromiel
en el banquete,
si he de perderte, a ti,
a la que amo,
riente gozo de mis ojos:
¡que arda un ahora para ti
un fuego nupcial
como jamÔs ardió
para novia alguna!
Ardiente llama rodee la roca;
con devorador horror
ahuyente al pusilƔnime:
¡que el cobarde huya de la roca
de Brunilda!
¡Que sólo uno pretenda a esta novia,
uno mƔs libre que yo, el dios!

(Brunilda cae, conmovida y
entusiasmada, sobre el pecho de
Wotan; Ʃl la abraza largo rato)

En estos luminosos ojos
que a menudo yo acariciƩ sonriente,
recompensado con un beso
tu conducta en el combate,
cuando balbuciente
fluĆ­a de tus divinos labios
la loa de los hƩroes;
estos dos radiantes ojos
que a menudo me iluminaron
durante el ataque,
cuando la esperanza me abrasaba
el corazón,
cuando a las delicias del mundo
aspiraba mi deseo
desde el temor trƩmulo:
¡por Ćŗltima vez
me solazo hoy en ellos
les doy el último beso del adiós!
Mientras para el hombre afortunado
brilla su propia estrella;
para el desdichado eterno,
la suya debe apagarse.

(toma su cabeza entre las manos)

¡AsĆ­ se aparta de tu lado el dios,
asĆ­ te quita con un beso
la divinidad!

(la besa largamente en ambos ojos.
El la guĆ­a con delicadeza, y la
deposita, tendida, en una pequeƱa
elevación musgosa, sobre la que
extiende su amplia enramada un
abeto.
La contempla y le cierra el
yelmo; sus ojos se detienen despuƩs
en la figura de la durmiente, que
ahora ha cubierto totalmente con el
gran escudo metƔlico de la
walkyria.
DespuƩs avanza con solemne
decisión al centro del escenario
y dirige la punta de su lanza
contra una poderosa peƱa)

!Loge, oye!
¡Dirige tus oĆ­dos hacia aquĆ­!
Igual que te encontrƩ
por primera vez, siendo Ć­gneo fuego;
como un dĆ­a te me escapaste
convertido en errabunda llama,
¡igual que entonces te atĆ©,
te ato ahora!
¡Arriba, oscilante llama,
rodea de fuego la roca!

(a continuación golpea tres veces en
la roca con la lanza)

¡Loge! ¡Loge! ¡Ven aquĆ­!

(de la peƱa brota un rayo ƭgneo que
poco a poco crece formando una
llamarada mƔs clara. Estalla un
brillante fuego flameante. Luminoso
arder rodea con salvajes llamaradas
a Wotan. Este indica con la lanza
imperiosamente al mar de fuego que
rodee el cĆ­rculo del borde rocoso
formando una corriente; al punto
Ʃsta se arrastra hacia el foro,
donde ahora arde continuamente
alrededor del borde de la montaƱa)

¡JamĆ”s atraviese el fuego
quien tema
la punta de mi lanza!

(extiende la lanza como para el
conjuro. DespuƩs mira apenado a
Brunilda, se vuelve lentamente para
partir, y aún mira una vez mÔs
hacia atrƔs hasta que desaparece a
travƩs del fuego)



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Julio Perales DĆ­az 1998

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