En relación a la Saga de Hedin y Hogni - la batalla perdurable





GUDRUN



En el capitulo cuarenta y nueve de la Edda Menor está escrito: «Para decir batalla se dice también tempestad, o nevada, de los Hjadnings, y para decir armas se dice varas, o fuego, de los Hjadnings, y la razón la da este relato: Un rey llamado Högni tenía una hija que se llamaba Hildr, y Hildr fue robada por Hedinn, hijo de Hjarrandi, mientras Högni se había ido a la Asamblea. (Que el rey estuviera en la Asamblea puede ser un rasgo cotidiano agregado por Snorri, para rebajar lo maravilloso.) Cuando Högni supo que su reino había sido asolado y su hija robada, fue con su ejército a buscar al raptor, y oyó que éste se dirigía al norte.

Llegó a Noruega y le dijeron que Hedinn había navegado hacia el poniente, Högni se embarcó y lo siguió hasta las Islas Orcadas, y cuando arribó a la Isla de Hoy, Hedinn estaba en ese lugar con su ejército. Hildr salió al encuentro de su padre y le ofreció un collar enviado por Hedinn, como prenda de paz, pero dijo que si Högni lo rechazaba, Hedinn estaba dispuesto a pelear y no le daría cuartel. Högni respondió con palabras ásperas. Hildr dijo a Hedinn que su padre no quería reconciliación y que se aprestara a combatir. Ya formados ambos ejércitos, Hedinn habló con su suegro y le ofreció mucho oro. Högni replicó: "Tu ofrecimiento llega tarde, porque he desenvainado la espada Dainsleif, que fue forjada por enanos y que no se desnuda sin causar la muerte de un hombre." Entonces dijo Hedinn: "Te jactas de tu espada, pero no aún de la victoria; digo que es buena toda espada que sirve a su señor." Entonces comenzó la batalla que se llama Tempestad de los Hjadnings y combatieron todo el día, pero al atardecer volvieron a las naves.

Esa noche Hildr fue al campo de batalla y con sus artes mágicas reanimó a cuantos habían muerto. Al otro día los reyes desembarcaron y combatieron, y con ellos todos los hombres que habían caído el día anterior. Así la batalla continuó, día tras día, y de noche los hombres y las armas, y las armaduras también, se convierten en piedra, y a la aurora resurgen para pelear, y es fama que la batalla no cesará hasta el Crepúsculo de los Dioses.»


La historia que acabamos de transcribir es una de las fuentes del poema Gudrun o Kudrun, compuesto en Austria o en Baviera o en el Tirol a principios del siglo XIII. En este poema no hay, como en la Edda, una batalla infinita, pero hay una contienda que abarca tres generaciones.


Hagen, hijo de un rey de Irlanda, es arrebatado en su niñez por un grifo y conducido a una isla desierta. Lo educan tres princesas, también prisioneras del grifo; una es hija del rey de la India, otra es hija del rey de Portugal y la tercera del rey de Iserland. Una nave los recoge y los lleva a Irlanda; Hagen hereda el trono y se casa con Hilde, la princesa de la India. De este matrimonio nace una hija, también llamada Hilde. Es bella y muchos la pretenden; Hagen hace ahorcar a los emisarios que piden su mano.

Tres héroes: Horant y Frute de Dinamarca y Wate de Stormen, resuelven ganarla para su señor, Hettel, rey de los Hegelings. Zarpan en una nave espléndida, en la que hay guerreros ocultos y ricas mercancías. En Irlanda difunden el rumor de haber sido desterrados por Hettel y solicitan el amparo de Hagen. Wate, jefe de la expedición, es un viejo guerrero, semejante al Hildebrand del Cantar de los Nibelungos, Frute es un mercader; abre una tienda, en la que se regala a la gente lo que ésta no puede comprar. Horant es un cantor que renueva los prodigios de Orfeo; peces, reptiles y aves se detienen para escucharlo. Toda la corte se embelesa con él. Hilde le regala un cinturón que ella misma ha usado, Horant le dice que se lo llevará a su señor. Agrega que éste es un gran príncipe, que lo ha mandado a Irlanda con la misión de conquistar a Hilde. «Por amor de tu música lo amaré», le contesta Hilde.

Al día siguiente, Hilde y sus damas suben a bordo de la nave a ver las mercancías de Frute. La nave zarpa bruscamente; en vano el rey y sus guerreros le arrojan sus lanzas. Hagen los persigue; en la costa del país de los Hegelings, acaso el norte de Alemania, hay una sangrienta batalla, Hettel es herido por Hagen, y éste por Wate. Los reyes se reconcilian y Hilde se desposa con Hettel.


La forma del destino se repite en la tercera generación; Gu
drun, hija de Hettel y de Hilde, es raptada, como lo fueron su madre y sus abuelos. Trece años padece cautiverio en la costa de Normandía; la obligan a barrer el polvo con su cabello, y a encender el fuego y a lavar la ropa a orillas del mar. Un pájaro le anuncia con voz humana que pronto será libre. Un día, al amanecer, ve que la llanura está llena de armas y el mar lleno de velas. Los Hegelings han venido a manchar de rojo la ropa que ella ha blanqueado en años de humillación. Gudrun es rescatada por su hermano y por su prometido. El desenlace del poema es feliz.


Se ha dicho que Gudrun es al Cantar de los Nibelungos lo que a la Ilíada es la Odisea: una obra posterior, más diversa y de más tranquila pasión. En el Nibelungenlied, como en la Ilíada, predomina la tierra; en Gudrun, como en la Odisea, el mar. Un solo manuscrito conserva el texto de Gudrun. Métricamente, el poema es igual al Nibelungenlied, salvo que el cuarto verso de cada estrofa es idéntico a los anteriores y no contiene una sílaba adicional, acentuada.

-BORGES, JORGE LUIS; VÁZQUEZ, MARÍA ESTHER:
Literaturas germánicas medievales.
Bs.As., Falbo Librero Editor, 1966.


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