Parece un guerrero salido de la producción cinematográfica de Peter Jackson El señor de los anillos o, más aún, de la mismísima trilogía de J. R. R. Tolkien. O de La saga de Erik el guelecola. Es más, Magnus tiene una melena rubia con un tinte rojizo que bien podría emparentarlo con el más conocido de los vikingos, Erik el Rojo. Pero nada de eso. Aunque su otro yo sea un herrero medieval, un Hauldr del sur de la Península Escandinava del año 750, Magnus en realidad se llama Andrés Chesini-Remic y es un estudiante de Historia que vive en la Argentina cuya curiosidad lo llevó desde chico a explorar acontecimientos históricos en los que hace agua la educación formal.
"En el colegio la historia la cuentan con fechas y estadísticas, y no desde el lado de las motivaciones que tuvieron las personas que la hicieron. Y lo peor es que la historia la escriben los que ganan? Por ejemplo, los vikingos no tenían cuernos en los cascos, pero si alguien nos pide dibujar un vikingo lo hacemos con cuernos. Y menos aún eran unos salvajes, porque, por ejemplo, escribían poesía, disponían de brújula solar, lupas con cristal polarizado, y sus espadas eran muy sofisticadas", relata Magnus, Andrés, mentor de la Asociación Recreacionista Medieval Escandinava o ARME (www.medieval-arme.com.ar).
"Para entender la historia hay que vivirla", sigue, y explica en qué consiste ARME. Surgió hace cuatro años con objeto de recrear la cultura escandinava medieval. Es una asociación sin fines de lucro que intenta subsanar los errores de los libros de estudio o incluso ir más allá. Mediante una cuidadosa reconstrucción de época, sus integrantes, tanto en charlas en colegios como presentándose en un escenario, dan cuenta de la realidad medieval.
"Si uno recrea la historia la percibe de otra manera ?aclara Magnus?. La idea es exceder el papel de investigadores y ponernos en el de actores, lidiando incluso con los problemas de otros tiempos. Si tuviéramos que construir una espada o un casco vikingo no lo haríamos con las herramientas de hoy, sino con las que usaban los propios vikingos. Yo construí desde una fragua hasta martillos y un yunque", detalla Andrés, que dedica un 70 por ciento de su tiempo a la biblioteca y el 30 restante al taller.
Nobles, campesinos, fotógrafos
Con apenas 12 años ya había construido su primer sable. Hoy, con 24, su ilusión es expandir lo más posible la misión de ARME. "Estamos atravesando una época tan falta de ética que lo mejor es volver a las raíces", dice. Sin embargo, para Andrés no es tan importante el vínculo sanguíneo con la cultura escandinava, sino "el amor al conocimiento".
El grupo tiene 21 miembros (está también el hijo adolescente de Jorge Telerman) y la tercera parte son mujeres. Todos tienen nombre, clase social y personalidad medieval. Hay nobles, soldados, campesinos, caballeros, joyeros, más colaboradores del siglo XXI: una asesora de moda medieval, un instructor de esgrima, un fotógrafo... Atentos a todas las épocas, ARME tiene presencia en redes sociales como Facebook, MySpace y una emisora de música medieval online.
Llevan la historia por colegios primarios y secundarios; también pasaron por la Universidad del Cine, y el 31 de octubre podrán verlos en el Festival Celta de Halloween, en el Auditorio de Belgrano, Cabildo y Virrey Loreto.
"Los más chicos son los que más se entusiasman. Si a un chico se le anuncia que van a hablar de historia no le gusta nada, pero si el que habla de historia es un hombre que mide dos metros y está vestido de vikingo el atractivo es otro", sonríe Magnus.
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