El Völuspá cuenta que la tierra surge verde del mar, y las cataratas se desploman de los acantilados, por encima de los cuales vuela el águila ya cuyo pie nada el pez. Los Äsir se reúnen en Idavöllr y hablan de lo pasado; encuentran en la hierba el ajedrez áureo que les perteneciera. Estos detalles de la reconstrucción del Universo están llenos de humanidad, aunque se refieran a los dioses; se parecen al ansia de vivir y gozar de nuevo más intensamente, que sienten los hombres tras las grandes catástrofes. Los campos rinden frutos sin que los siembren; todos los males se han enderezado; Balder regresa y, con su asesino Hödr, viven en la “mansión de Odín” en compañía de otros dioses. Hoenir recobra el poder. Los sobrinos de Odín moran en el cielo. En Gimlé (nombre que, traducido, significa aproximadamente palacio tejado de oro, más refulgente que el sol), los justos estarán eternamente. En el manuscrito Hauksbók sigue a esto media estrofa que no aparece en el Regius:
Entonces llega un gobernante Para tener el dominio, Un poderoso señor Sobre todos majestuoso...
Algunos autores la consideran espúrea, y opinan que revela sin lugar a dudas de ninguna clase la intensa y clara influencia del pensamiento cristiano en el autor del Völuspá. La última estrofa trata de Nídhöggr, “el dragón sombrío”, que vuela desde Nidafyöll llevando cadáveres en las alas.
Si comparamos a Snorri con el Völuspá, notaremos una correspondencia general. Ambos coinciden en que el status quo ante bellum se ha restaurado en gran parte, pues la tierra se renueva, lo mismo que el cielo, y algunos dioses ocupan sus moradas en lo alto. Pero Snorri ignora a Hoenir y, lo que es más importante, la insinuación del “poderoso Señor”.
Extrae del Vafzrúdnismál datos para indicar que los hijos de Odín, Vídarr y Váli vivirán en el nuevo cielo tras el Ragnarök, así como los de Thor, Módi y Magni, que heredan el martillo Myölnir. También habrá un nuevo sol en el firmamento, hijo del viejo. Pero, lo que tal vez sea más importante, la existencia de los humanos se perpetuará gracias a un hombre, Líf (Vida) y Lífzrasir (Deseando Vida), que se resguardan del Invierno Monstruosos en el “bosque de Hoddmímir”.
La última estrofa del tardío (siglo XII) Völuspá hin Sfamma recuerda el “Entonces llega un gobernante, etc” del Hauksbók. Resulta también significativo por el contexto, ya que sigue a una descripción del mar inundando la tierra y el cielo, “cuando los Poderes estén condenados”. Todo esto resulta bastante oscuro, en parte por las interpolaciones tardías que sin duda existieron, y, sobre todo, por la pérdida de parte de los textos.
¿Qué debemos concluir de estos vestigios y retazos? Es fácil reparar en las referencias al “que es más grande que todos”, el “poderoso Señor”, y exclamar “Jesucristo”; recordar Gimlé, la ciudad o palacio de oro, y murmurar “la Nueva Jerusalén”. Snorri fue cristiano, al menos de nombre, pero resulta singular que no hable del “más grande que todos” y, aunque pueda argüirse que su texto del Völuspá formaba parte de los versos considerados espúreos, conoció el Völuspá hin Skamma y aceptó a Gimlé. Es de presumir que los autores de las obras del Edda en Verso fueron paganos, pero cabe la posibilidad de que sufriesen el influjo del Cristianismo existente en Irlanda, Inglaterra y el continente europeo. Podrá discutirse mucho, pero éstos son hitos reveladores.
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